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La verdad científica detrás de la Culebrilla

De nuestra redacción

La Culebrilla es el término comúnmente utilizado para referirse a una patología infecciosa bien conocida. Se trata de una enfermedad denominada Herpes Zoster.Esta es causada por un virus que produce otra patología muy común, la varicela.

Entre un 50 y un 90% de los adultos tiene indicios de haber estado en contacto con el virus varicela zoster y, por tanto, tienen la posibilidad de padecer Herpes Zoster en algún momento de su vida. . 

                      

¿Por qué se produce esta patología?

El virus varicela zoster causa dos padecimientos diferentes; en el primer contacto de la persona con el virus (primoinfección) se manifiesta como varicela, una enfermedad contagiosa y generalmente benigna que afecta en forma epidémica a niños.

Cuando la infección primaria de varicela se alivia, los segmentos residuales del virus viajan hacia arriba desde las terminaciones nerviosas sensoriales y finalmente se alojan en unos ganglios; estos fragmentos virales permanecen en el núcleo de las células neuronales, donde son protegidos de las altas concentraciones de anticuerpos que persisten en la circulación, en respuesta a la infección primaria.

La reactivación del virus latente de varicela zoster da lugar a la erupción cutánea localizada llamada Herpes Zoster.

¿Quién puede padecer esta patología?

Cualquier individuo que haya estado en contacto con el virus de la varicela está en riesgo de padecer herpes zoster, especialmente si es adulto mayor; sin embargo, los diabéticos mal controlados, los que reciben tratamiento inmunosupresor y quienes padecen enfermedades tumorales tienen mayor riesgo.

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¿Qué síntomas producen?

Cuando esta enfermedad se manifiesta hay sensaciones anormales en la piel que van desde sensación de hormigueo y prurito hasta dolor de gran intensidad. Este dolor, que puede ser la manifestación más difícil de afrontar, puede ser intermitente o continuo y los pacientes lo describen como punzante o quemante. Además, en la misma zona aparecen vesículas pequeñas similares a la de la varicela, pero agrupadas en una sola parte del cuerpo. 

¿Cuál es el tratamiento?

El objetivo del tratamiento es minimizar el dolor, acortar la duración de los síntomas y reducir el riesgo de neuralgia posherpética (dolor posterior a la aparición de esta enfermedad). El manejo del paciente con herpes zoster debe cubrir dos aspectos: el sintomático y la administración de antivirales. Quienes no reciben tratamiento o lo reciben de forma incorrecta tienen riesgo de sufrir complicaciones graves que pueden ocasionar secuelas funcionales, anatómicas y estéticas. De manera ideal, el tratamiento antiviral debe iniciarse en las primeras 72 horas de evolución del cuadro agudo.

¿Son efectivos los tratamientos alternativos?
Dado que el tratamiento del dolor muchas veces es difícil de controlar, las personas que la padecen muchas veces consultan a curanderos. Existen múltiples tipos de tratamiento, desde tinta china hasta curaciones con anillos que son comúnmente aceptadas como tratamiento, pero al momento ninguna de estas tiene un sustento científico. Como muchas patologías virales, el Herpes Zoster puede autolimitarse. Por consiguiente, muchos pacientes que reciben estos tratamientos alternativos puede que tengan la sensación de estar curándose, cuando en realidad el virus se está controlando por mecanismos propios de la persona que lo padece.

EL MITOPor Dr. Daniel Cassola

Culebrilla ciega

Durante años se han difundido una serie de mitos sobre el Herpes Zóster o Culebrilla, que ante la presentación de la nueva vacuna, vale la pena aclarar.

Quizás la atención popular se haya centrado sobre la culebrilla porque se trata de un padecimiento que es sumamente doloroso. Ya en su nombre encontramos el primero de los mitos.

Los gauchos de la Pampa Húmeda, le pusieron culebrilla porque pensaron que la infección se producía por el veneno que largaba la culebra al pasar por la ropa que se estaba secando sobre los sembradíos. Entonces cuando el gaucho se ponía la ropa seca, con el veneno de la culebra, contraía con posterioridad la culebrilla.

Desde hace tiempo que está probado que el Herpes Zóster es provocado por el virus de la varicela. Quienes hayan tenido varicela o hayan estado en contacto con el virus, son candidatos a tener culebrilla. De hecho, uno de cada tres argentinos la va a padecer. Se diagnostican alrededor de 100 mil casos por año.

La cuestión es que con el paso del tiempo las defensas naturales del cuerpo se debilitan y el virus, que se mantiene latente en los ganglios, puede volver a manifestarse. Y lo hace provocando lesiones y ampollas en la piel que son sumamente dolorosas porque lastiman los nervios superficiales, que son los más sensitivos. En muchos casos, la culebrilla llega a un umbral del dolor que puede ser discapacitante.

Ante los síntomas de la culebrilla, se han elaborado en el imaginario popular una serie de tratamientos que, al fin de cuentas resultan inocuos. El primero de ellos consistía en pasar un sapo sobre las heridas. De esta manera, se pensaba que el animal absorbía el veneno que provoca la infección.

Pero quizás el mito más famoso sobre la culebrilla sea el que tiene que ver con la tinta china. Se solía pensar que si las heridas de la culebrilla completaban un anillo alrededor del cuerpo, el paciente moría. Por ello, se utilizaba tinta china o de cualquier otro tipo, para “acorralar” a las ampollas que provoca la enfermedad.

En otros países de gran influencia en Argentina como en Italia y España, la culebrilla es conocida como el “fuego de San Antonio”. La creencia popular allí dictaba que había que escribir los nombres de “Jesús”, “María” y “José” alrededor de las heridas.

Todas estas cuestiones deberían pasar al olvido, ya que ayer se anunció que a partir de octubre se podrá conseguir, en farmacias, una vacuna contra la culebrilla. La misma reduce en un 61,1 por ciento la posibilidad de contraer la infección, y las neuralgias en un 66,5 por ciento de los casos.

El avance de la ciencia no deja lugar para que las falsas creencias se sigan reproduciendo.

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