Sociedad/Vida/Estilo

"A los putos hay que matarlos a todos"

Salvaje ataque de odio por ser gay

El domingo pasado el periodista Imanol Subiela sufrió un violento ataque de odio por ser gay. Trabaja en Vice, Chequeado y PlayGround, la golpiza fue repudiada en las redes sociales.

Imanol Subiela Salvo es activista por los derechos de la disidencia sexual y también trabaja en distintos medios, entre ellos Chequeado, Vice y PlayGrounder. El domingo pasado volvió desde el Club Cultural Matiemzo hasta su casa y allí recibió una golpiza. "Trolo de mierda esta vez ganaste, pero a los putos hay que matarlos a todos", era lo que escuchaba mientras le pegaban.

Con la mochila cargada de sueños

Imanol tiene solo 24 años, y hace siete años que llego a la Ciudad desde Trelew, Chubut para estudiar periodismo. "Vivo en Buenos Aires y nunca me pasó nada, esta es la primera vez. Jamás sentí que mi propia identidad podía generar esto, es decir, que ser quién soy sea motivo para que un tercero me agreda, me golpee y me humille. Evidentemente estaba equivocado. El discurso de odio se vuelve cada vez más presente y, muy a mi pesar, todo el tiempo estamos expuestos y expuestas a que nos ataquen", expone en su descargo en facebook.

También agrega que un policía pasó por el lugar, lo vio tirado en el piso y no hizo nada. 

Son muchos les jóvenes que vienen hacia la Ciudad de Buenos Aires para estudiar, para trabajar, o simplemente para venir a tener una vida distinta. "Dios está en todos lado pero atiende en Buenos Aires", dice el dicho. Sin embargo Dios no existe, pero el discurso de odio que pregonan las distintas Iglesias, sí. Esos discursos son los que luego se reproducen en este tipo de ataques.

Esas instituciones no existen porque sí, sino que son financiadas por les Gobiernos de turno. Es de público conocimiento que la Iglesia Católica recibe millones de subsidios mensuales por parte de este Gobierno como del anterior. Y por su parte las Iglesias evangelistas fueron ganando territorio, el Presidente recibió en la Casa Rosada a representantes de Aciera, la federación de iglesias evangélicas que a su vez tiene estrecha relación con el peronismo bonaerense. Es Verónica Magaro, en La Matanza quien les abre las puertas voluntariamente creando la Subsecretaría de Culto

"Es importante hablar de estos temas, hacer público los riesgos a los que nos enfrentamos las personas que pertenecemos a una minoría y aquellas que históricamente fueron violentadas, como las mujeres. Decidí escribir esto porque cada vez se conocen más casos de violencia de odio: en 2017 se registraron 103 casos y en 2018 aumentaron a 137, según datos del Observatorio Nacional de Crímenes de Odio LGBT -que depende de la Defensoría del Pueblo de Buenos Aires, la Defensoría del Pueblo de la Nación y la Federación Argentina LGBT", dice Imanol.

Pero esos números no competen sólo a nuestro país. Los discursos de odio se sucedieron también producto de una avanzada de la derecha a nivel global. Fue Vladimir Putín quien avaló que en Chechenia haya un campo de concentración con detenciones ilegales por el sólo hecho de ser LGTBI. Es Trump quien dio retroceso a muchas leyes de la diversidad sexual y viniendo más para el sur es Bolsonaro quien continuamente esparce su odio por el sólo hecho de elegir una identidad o sexualidad fuera de la heteronorma.

 

Era la la plena madrugada del domingo. El periodista Imanol Subiela Salvo, de 25 años, había salido del Club Cultural Matienzo y llegó a la esquina de la avenida Estado de Israel y Aguirre, en el barrio porteño de Villa Crespo, para tomarse un colectivo que lo llevara a su casa.

En la parada había también una pareja de jóvenes y a unos pocos metros, sobre la avenida, estaba abierto un kiosco.

En un momento imprevisto, un joven se acercó al periodista.

“El chico me pidió guita para la SUBE. Yo le dije que si quería viajar, yo me ofrecía a pagarle el trayecto con mi tarjeta. En un momento me preguntó qué tenía en la riñonera, le respondí que tenía los puchos y algunos documentos y así de la nada me empezó a pegar y a intentar robarme”, le dijo el periodista a Infobae en una conversación telefónica.

El agresor le aplicó no menos de tres golpes de puño en la cara y provocó que los propios anteojos del periodista le provocaran cortes junto a uno de sus ojos.

En medio de la golpiza y ya con la cara toda ensangrentada, Subiela logró recuperar su riñonera y pudo escapar corriendo del ataque. Ni el kioskero ni la pareja que se encontraba ahí atinaron a ayudarlo de alguna manera.

La única imagen que el periodista brindó donde se perciben las secuelas del ataque recibido

La única imagen que el periodista brindó donde se perciben las secuelas del ataque recibido

"En un principio pensé que se había tratado de un robo al voleo. Pensé que me había tocado a mí y que me la tenía que bancar. Pero cuando estaba corriendo escapándome, el pibe me empezó a gritar y a insultar y ahí cambió toda la escena", relató el periodista.

“¡Trolo de mierda, esta vez te salvaste!, ¡Te salvaste! Pero a los putos como vos hay que matarlos a todos”, fue la catarata de insultos que lanzó el agresor. Según la propia víctima, esas palabras fueron mucho más dolorosas que los golpes de puño y el intento de robo en sí.

Después de meditarlo durante más de un día, Subiela Salvo decidió hacer público en las redes sociales el episodio sufrido. En un extenso relato a través de hilos de Twitter, describió los detalles del ataque e instó a tomar conciencia y actuar en consecuencia respecto a los crímenes de la Comunidad LGBT en la Argentina.

“La violencia crece y lastima, al igual que el individualismo: mientras caminaba lastimado y sangrando nadie quiso ayudarme, ni siquiera un policía al que le hice señas para que me se me acerque (apenas me levantó su brazo con el pulgar para arriba y siguió caminando)”, escribió Subiela Salvo en las redes.

Y continuó: “Tampoco me ayudaron dos maricas que pasaron de la mano adelante mío mientras yo me limpiaba la cara con mi buzo. Somos egoístas, es un hecho. El egoísmo y la indiferencia son dos maneras de violentar y agravan estas situaciones. No es necesario pegar una piña para infligir dolor”.

El periodista, oriundo de la ciudad de Trelew, aseguró que fue la primera vez que sufrió un ataque de odio de este tipo en los siete años que lleva como residente en la Ciudad de Buenos Aires.

La intención de Subiela Salvo es que su caso pueda servir para concientizar a otros representantes de la comunidad LGBTT para que realicen sus denuncias correspondientes y dejen por sentado de manera legal lo ocurrido.

“Hay que hacer las denuncias. Sino, no hay registro de todo esto”, le afirmó a Infobae. “Sé que es una paja, pero hay que hacer las denuncias. El Estado se tiene que enterar. Tiene que haber datos sobre esto para que así se puedan desarrollar políticas públicas. Sino, todo quedaría en otra anécdota de violencia”, expresó el periodista a Infobae.

Según los últimos datos ofrecidos por el Observatorio Nacional de Crímenes de Odio LGBT, que depende de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, la Defensoría del Pueblo de la Nación y la Federación Argentina LGBT, y publicados en el sitio Chequeadodurante el 2018 se denunciaron 147 crímenes de odio “en donde la orientación sexual, la identidad y/o la expresión de género de todas las víctimas fueron utilizadas como pretexto discriminatorio para la vulneración de derechos y la violencia”.

Si bien, la cifra exacta de la cantidad de ataques aún resulta imposible de medir, se avanzó muchísimo en la materia: se aumentó de 103 a 147 la cantidad de denuncias presentadas entre 2017 y 2018 respecto a los crímenes de odio contra la comunidad LGBTT.

La esquina del barrio porteño de Villa Crespo donde Imanol Subiela Salvo sufrió el ataque

La esquina del barrio porteño de Villa Crespo donde Imanol Subiela Salvo sufrió el ataque

En el 64% de los casos denunciados en el 2018, las víctimas fueron mujeres trans (travestis, transexuales y transgéneros). El 28% fueron varones gays cis, el 7% lesbianas y el 1%, varones trans.

A su vez, el 41% de los casos denunciados fueron por hechos violentos cometidos en la vía pública, mientras que casi la mitad de las denuncias, el 46%, resultaron clasificadas como "lesiones al derecho a la vida" (asesinatos, suicidios y muertes por ausencia o abandono estatal).

“Decidí escribir esto porque creo que es importante hablar de estos temas, hacer público los riesgos a los que nos enfrentamos las personas que pertenecemos a una minoría y aquellas que históricamente fueron violentadas, como las mujeres”, advirtió Subiela Salvo en su hilo de Twitter.

Y sentenció: “Todos y todas tenemos que tirar para el mismo lado y hacer lo que esté a nuestro alcance para vivir en un lugar más justo y más inclusivo”.


 

 

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