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Dolorosa e indignante realidad de los elefantes pintores

En Tailandia, estos gigantes animales son admirados por sus pinturas pero pagan un alto precio por lograrlo.

En Tailandia, los elefantes son considerados dioses. Pero también son mascotas.

Resulta extraño pensar que un paquidermo pueda tomar un pincel con su trompa y realizar trazos tan precisos como bellos. Pero es posible en el país asiático. 

Por eso, Eddie Fitte, decidió viajar 60 horas hasta Tailandia para conocer una historia tan intrigante como cruel: la de los elefantes pintores.

Una vez en Bagkok, la capital, tuvo que hacer 450 kilómetros para llegar a la provincia de Surin. Allí, los elefantes son tan comunes que los pobladores los adoptan como mascotas.

Thongsuk Malingarm, alias Pong, es un entrenador de elefantes. "Son animales maravillosos: es mas fácil hablar con ellos que con mis hijos. Trato que ellos sientan a los elefantes como amigos."

 En cada casa de la región se puede ver uno o dos elefantes y desde pequeños los entrenan para distintas tareas, entre ellas, bailar, pararse en dos patas o pintar.

Espíritu roto

Los espectáculos con elefantes son moneda corriente en el país asiático y constituye el destino preferido de los turistas.

Pero detrás de escena se esconde una oscura realidad.

"Deben aprender a entendernos y acostumbrarse a agarrar el pincel con la trompa levantada. Deben entender lo que les pedimos."

Para que el elefante aprenda a pintar, debe ser separado de su madre desde pequeño para comenzar el entrenamiento llamado Phajaan que significa "romper el espíritu del elefante".

"Si viven con su madre no pueden pintar", dice convencido el entrenador.

El entrenamiento consiste en atarlos con cadenas las 24 horas, golpearlos y maltratarlos hasta que “aprenden” lo que deben hacer.

De esta manera es como se les quiebra el espíritu y se convierten en artistas.

El origen de la crueldad

Tailandia siempre empleó elefantes para acarrear cosechas y troncos talados. En 1989, miles de paquidermos se quedaron sin trabajo tras prohibirse la tala de árboles.

Las autoridades se vieron obligados a buscarles una ocupación alternativa, y pensaron en el mundo del espectáculo y el arte. 

  Las representaciones varían según los organizadores, pero suelen incluir composiciones coreográficas, pintura, música y partidos de fútbol.  

  Develando la verdad 

Los elefantes carecen de la creatividad y la capacidad de abstracción de los primates, otros renombrados artistas en el mundo animal, por lo que precisan la ayuda del "mahout"(cuidador). Así es como lograr crear las fascinantes pinturas.

Grupos protectores de animales denuncian que éstos son sometidos a torturas para que aprendan habilidades que no son propias de su naturaleza.

Sin embargo, los responsables aseguran que los entrenadores nunca maltratarían a su elefante y que no se les obliga a efectuar tareas perjudiciales.

"Se les enseña de una forma natural, no se fuerza a los elefantes a realizar ninguna actividad si insisten en resistirse, aunque no puedo decir lo mismo de otros centros en Tailandia", alegan.

En realidad durante el espectáculo todos mantienen atentos la mirada sobre el elefante y su pintura y por lo mismo, pasan por alto a su cuidador que durante el proceso creativo se mantiene a un lado del animal donde prácticamente no se ve, ya que este lo tapa con su gran cuerpo.

Mientras el cuidador aparenta mirar la tela donde el elefante está pintando, con su mano aprieta y tira de la oreja del elefante indicándole con diferentes señas que ya le ha enseñado, qué tipo de líneas trazar. 

Así, el cuidador aprieta y empuja hacia arriba y hacia abajo para obtener una línea vertical o tira de ella. hacia los lados para obtener una horizontal. Para animar al elefante a hacer manchas, tira de la oreja hacia adelante en dirección al lienzo. 

Las obras se venden entre 15 y 30 dólares, aunque en una subasta de Christie's en Nueva York llegó a pagarse 19 mil dólares por el original de un paquidermo, dinero que se destinó a la conservación de estos grandes mamíferos.  

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