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Barranca Yaco: tragedia histórica, episodio paranormal

Una de las traiciones que quedaron marcadas para siempre y que hoy tiene su tinte paranormal.

Por: Bianca Ruggia, para E-21

Barranca Yaco es una posta única del Camino Real, que atraviesa toda Córdoba y que llevaba al Virreinato del Alto Perú en tiempos de colonia. En esta posta, sucedió uno de los episodios más trágicos de la historia: el asesinato del Tigre de los Llanos. Hasta el día de hoy, el museo que se erige en conmemoración a este hecho se tiñe con los colores de la muerte y la traición. El episodio sucedió hace 185 años, pero su conmemoración pega cada vez con más fuerza.

Muerte y traición en Barranca Yaco

Esta posta se convirtió en la sede de una de las muertes más terribles de nuestra historia. Cuentan las malas lenguas que, en 1834, Facundo Quiroga fue enviado por el gobierno central a mediar en los enfrentamientos del Norte. Un año después regresaba a esta posta, y fue emboscado y asesinado por una milicia al mando del capitán Santo Pérez. Que habían sido enviados por los hermanos Reynafé. El asesinato del “Tigre de los Llanos” y su comitiva tuvo lugar en este punto, lo que lo convierte en un lugar icónico. Hoy se erige un monumento en memoria de este caudillo riojano. Y en torno a este lugar se expanden miles de leyendas misteriosas. 

Mística de un adiós

A casi dos siglos del asesinato del caudillo Juan Facundo Quiroga, se recuerda este acontecimiento con la fuerza de una leyenda urbana. Sin embargo hace solo 80 años que la posta de Sinsacate, donde tuvo sede el velorio de la inminencia, es un museo. Se la conoce como el Museo Rural Posta de Sinsacate. Por aquí pasaron personajes emblemáticos, próceres de nuestra historia y protagonistas de nuestra libertad. Desde la época colonial hasta nuestra independencia, este tramo fue recorrido por varias personalidades. Esta Posta comenzó a funcionar en 1762 y fue testigo del paso de los ejércitos patriotas que marchaban al Alto Perú. Como también fue suelo pisado por el general José de San Martín a la hora de dirigir el Ejército del Norte. Un hecho particular relacionado  con el gran libertador es que, en esta posta, recibió la ayuda de caballada de José Javier Díaz, dueño de la estancia cercana de Santa Catalina. En su seno también descansaron el General Manuel Belgrano y Juan Lavalle. Por eso, y mucho más, fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1941 y restaurada en 1946. Fue la sede del último adiós al Tigre de los Llanos por parte de sus compañeros. Y, por eso, el lugar adquirió una sacralidad que permanece intacta.

El relato de los hechos

Los hechos sucedieron en Barranca Yaco, donde aún hoy acontecen episodios extraños. Señales del más allá de un hombre que murió haciendo historia. A modo de relato novelesco, los medios cuentan sobre el episodio:

El cielo anunciaba que se venían las lluvias ese lunes 16 de febrero de 1835. Cerca de las 11 de la mañana, a 9 km antes de llegar a la posta de Sinsacate, donde el camino hacía una curva en el espeso monte de espinillos y talas, una partida de 32 hombres al mando de Santos Pérez le cortó el paso a la galera de Quiroga.

¿Qué es lo que pasa? ¿Quién manda esta partida? preguntó a viva voz, sacando la cabeza por la ventana. Serían sus últimas palabras. Un certero disparo impactó en su ojo izquierdo. Otro le daría en el cuello.

Santos Pérez subió a la galera y atravesó con su espada a Ortiz. El resto de los hombres se dedicó a matar al resto de los acompañantes del riojano. Nadie debía quedar con vida. Todos los cuerpos fueron degollados, incluso el de Facundo.

Santos Pérez debió matar a uno de los suyos, cuando se negó a degollar al niño Basualdo. Un tal Márquez fue el que asesinaría al infortunado postillón, que a los gritos clamaba por su madre. Luego, se repartieron el contenido del equipaje, llevándose hasta la ropa que traían puesta los muertos. A los caballos los soltaron y el carruaje, con impactos de bala, lo escondieron en el monte.

Lo que Santos Pérez no percibió que desde el monte los estaban observando. Dos correos, José Santos Funes y Agustín Marín, que acompañaban a Quiroga, cabalgaban un tanto retrasados. Al escuchar los disparos, se ocultaron y vieron todo. Ellos fueron los que avisaron a la posta de Sinsacate.

El juez de paz local, en esa tarde lluviosa, mandó buscar los cuerpos de Quiroga y de Santos Ortiz, y los depositaron en la iglesia. Al día siguiente, el cuerpo de Quiroga fue llevado a Córdoba, donde fue enterrado en la Catedral y el de su secretario a Mendoza, a pedido de su esposa. Se ignora qué fue lo que ocurrió con el resto de los cadáveres.

Recuerdos paranormales

Es por eso que, hasta el día de hoy, en conmemoración de este episodio bisagra de la historia, se realizan celebraciones para recordar al Tigre de los Llanos. Los aniversarios de Barranca Yaco están acompañados por la “semana facundina” basada en recordaciones, homenajes y manifestaciones culturales, donde la figura central es el caudillo riojano. Es que este acontecimiento no solo fue la inspiración de grandes literatos o la pasión de historiadores destacados, también se convirtió en la tradición de todo un pueblo.

Para algunos, esta trágica historia sigue viva y se presenta con mensajes paranormales. Cuentan los lugareños que, en algún aniversario, años atrás, vieron aparecer de la nada la galera de Quiroga vacía, tirada por seis caballos, cruzando el camino y perdiéndose en el monte. Otros mencionan hechos igual de extraños y paranormales. Dicen que cada semana facundina el viento trae mensajes de más allá, entre los espinillos se escuchan los lamentos desgarradores del postillón de 12 años, que aún pide por su madre.

 

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