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Economía: ¿y dónde está el piloto?

Hubo el domingo elecciones importantes en la provincia de Santa Fe. Elecci...

Hubo el domingo elecciones importantes en la provincia de Santa Fe. Elecciones que están siendo, como siempre pasa con los resultados electorales, manipuladas por distintos políticos para sacar conclusiones que llevan agua a su molino para la próxima gran competencia que es la de las primarias del 13 de agosto. Hay que hacer esta advertencia de esta especie de manipulación porque es muy difícil extrapolar esos resultados a la escena nacional. Es imposible también no advertir determinados mensajes que surgen de la elección de Santa Fe para esa escena nacional. Pero, por distintas razones, las comparaciones que generalizan lo de Santa Fe tienen algo de fraudulento. Primero porque en Santa Fe, como sucede en todas las provincias, hay muchos factores locales. Tanto que la estrella de la elección, Maximiliano Pullaro, hizo una campaña totalmente provincializada, tratando de despegarse de la agenda nacional. En consecuencia, tomar lo que pasó en Santa Fe y sacar conclusiones de ese resultado respecto de una agenda que él no quiso comprometer en su discusión electoral es tergiversar los datos.

Pero hay otra razón por la cual es muy difícil sacar conclusiones comparando Santa Fe con el país: es muy difícil comparar Santa Fe con Santa Fe. ¿Qué quiero decir? En Santa Fe rige un sistema electoral, el de boleta única, que le permite a los ciudadanos votar por categorías de gobierno. La boleta no se corta. Está “cortada”. Se vota por un lado a los candidatos a gobernador, todos juntos en una boleta. Se vota por otro lado a los candidatos a diputados provinciales. Se vota en otra boleta a los candidatos a intendentes. Por lo tanto, no hay arrastre como pasa, por ejemplo, en la provincia de Buenos Aires donde el candidato a gobernador arrastra a los candidatos a legisladores y a los candidatos locales de cada ciudad, porque forman parte de una misma boleta. En Santa Fe, eso está desarticulado. Hay quienes dicen que eso es un muy buen sistema porque elimina el arrastre y le da más predominio al candidato que a la estructura partidaria. Hay otros que opinan que es pernicioso, porque ese sistema deja un panorama político muy invertebrado porque segmenta a los partidos, los destruye. Hay resultados paradójicos. Al peronismo le fue mal pero no le fue igual tampoco en cada rubro. No es lo mismo analizar cómo le fue en el rubro de gobernadores que, por ejemplo, en la intendencia de Rosario o en la discusión para las diputaciones provinciales.

Quien quiera observar en detalle todas estas modulaciones específicas, debe leer la columna de Martín Rodríguez Yebra en LA NACION, publicada el lunes por la tarde.

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Hechas estas salvedades, que previenen sobre el desacierto de sacar derivaciones lineales o mecánicas del fenómeno local respecto del fenómeno nacional, lo obvio es que lo que sería en Santa Fe la filial de Juntos por el Cambio, que es Unidos para Cambiar Santa Fe, hizo una muy buena elección. Sacó el 65% de los votos en el rubro gobernador. Si lo comparamos con las primarias del 2019, la versión santafesina de JxC sumó 12 puntos. Esto merece otras observaciones: comparar elecciones ya es un poco fraudulento. No es lo mismo una elección de hace cuatro años que esta otra. Los candidatos y las alianzas son distintas. En este caso, por ejemplo, hay un fenómeno muy relevante: en 2019 el Socialismo, que es crucial en Santa Fe, no formaba parte de una alianza con el Pro y la UCR. De hecho, los radicales fueron a las elecciones con José Corral y los socialistas con Antonio Bonfatti.

Es distinto también el escenario por el nivel de abstención que haya. Esto impide comparar científicamente hablando. Pero, como todos comparamos y los actores comparan, y no tienen tantos pruritos en mirar números que son distintos como si fueran de la misma naturaleza, hay que decir que Juntos por el Cambio en Santa Fe subió 12 puntos el domingo.

Respecto del nivel de abstención, en Santa Fe se vuelve a producir este fenómeno. Tuvo un 37% de abstención contra 30% que había sido la abstención del 2019, una elección más o menos comparable. El domingo hubo en el rubro gobernador 7% de voto en blanco. Si comparamos con la historia electoral de Santa Fe, son todos números alarmantes. Hay un vacío en la política, que es importante para entender el juego electoral y entender el estado de ánimo que va a tener la sociedad respecto de los programas de ajuste que casi todos los candidatos están prometiendo llevar adelante cuando asuma un nuevo gobierno.

Es evidente que el peronismo hizo una mala elección. Sacó 28% de los votos. Perdió 14 puntos respecto de las primarias del 2019. Estamos hablando de una caída importante teniendo en cuenta que es una provincia históricamente peronista. En Santa Fe, ganó el peronismo hasta en el 83, plena oleada alfonsinista. Hay que tener en cuenta que hoy el candidato de una de las fórmulas, la más competitiva del Frente de Todos, tiene como precandidato a Agustín Rossi, que es rosarino. El precandidato de Rossi a gobernador, Leandro Busatto, salió tercero. Dicho sea de paso, es el yerno de Pepe Albistur. El candidato de La Cámpora sacó un cuarto de lo que sacó Marcelo Lewandowski, que es el primer candidato peronista, el que representa al gobernador Omar Perotti y al oficialismo de Santa Fe. Esto pasó en una provincia gobernada por el peronismo, lo que significa que un mal resultado ahí es un mal resultado a pesar de muchas ventajas.

Si miramos otros resultados como, por ejemplo, cómo quedaron los candidatos a diputados provinciales, vemos que Perotti hizo una gran elección dentro de la interna peronista con 53% de los votos. Pero también interesa Oscar “Cachi” Martínez, que es el hombre de Massa en Santa Fe. Sacó 7,76% y quedó quinto. Por ende, trasladar prestigios nacionales también es engañoso. Pullaro, el candidato ganador de la interna de Juntos por el Cambio, un político “de la casta”, que hizo una campaña sostenida por dirigentes del interior, sacó 34% del total de los votos por sobre el 22% de Carolina Losada. ¿Qué importa de esta elección entre Pullaro y Losada? Hay algo que si tal vez puede ser nacionalizable, y es que Pullaro llevó adelante un discurso “aburrido”.

Hay que mirar cierto estilo santafesino. Reutemann casi no hablaba. Binner era aburridísimo. Pullaro parece pertenecer a esa genealogía de político. No es un rockstar, no es carismático. Y le gana a Carolina Losada, que venía con un discurso duro y agresivo, respaldado por referentes de la oposición que creen que la política debe ser así. Ese grupo tiene a la cabeza a Patricia Bullrich y a Mauricio Macri. Tan agresivo fue su discurso que se metió, probablemente por inexperiencia, en camisa de once varas al decir “si gana Pullaro yo no lo apoyo, y si gano yo, no lo voy a sumar”. Después tuvo que hacer malabares para salir de ese error político. ¿Eso quiere decir que ganó el otro discurso? No sabemos. Lo que sí quiere decir, y eso sí es irrefutable, es que un discurso agresivo, de conflicto, que plantea una especie de guerra civil, no garantiza la victoria. No sabemos si garantiza la derrota, pero seguro no garantiza la victoria. Todo esto no es lineal porque el candidato de Losada en Rosario, Pablo Javkin, le ganó la interna al candidato de Pullaro.

Si miramos la interna peronista, en Rosario gana un dirigente novedoso, Juan Monteverde, de una agrupación ligada a Juan Grabois, a los movimientos sociales y a la izquierda peronista. Es una persona muy original, con mucha creatividad en términos de políticas urbanas. Es concejal, hijo de un urbanista y pertenece a la agrupación Ciudad Futura, que es, dicho sea de paso, el nombre de una vieja revista del Club de Cultura Socialista, en los ‘80, que a la vez refería a La Cittá Futura, una revista de un solo ejemplar que Antonio Gramsci publicó en 1917. Monteverde le ganó a todas las versiones establecidas del peronismo. Habrá que ver qué pasa por la cabeza de Grabois y sus aliados al ver este resultado en Rosario, si ratifica lo que ellos vienen pensando o les trae alguna idea nueva que enriquezca su camino hacia adelante. Después está lo que decíamos al comienzo. Un poco linealmente, por carácter transitivo, Horacio Rodríguez Larreta dice “Pullaro era mi candidato y con él ganó el discurso de la moderación, del trabajo político, más que el discurso de la agresión”. También es cierto que Pullaro es aliado de los aliados de Larreta en la UCR. Es aliado de Martín Lousteau y de Rodrigo de Loredo, que es candidato a intendente en una elección muy importante en Córdoba el próximo domingo. Hay una línea del radicalismo que sienta una base importante en Santa Fe con esta elección del domingo, que está ligada a Gerardo Morales, el vice de Larreta, y que se opone a otros candidatos que habían jugado muy fuerte con Carolina Losada como Ernesto Sánz, Alfredo Cornejo, Luis Naidenoff. ¿Esto se puede generalizar? Es resbaladizo. Muchos, como dije antes, intentan sacar conclusiones demasiado audaces. Por ejemplo, que este resultado perjudica a Jorge Macri, que sería el “Losada” de la Capital Federal.

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Sobre este tema: sigue la guerra entre la candidatura de Lousteau y Jorge Macri. Siguen esmerilando a Jorge Macri con el tema de que viene de Vicente López y no cumple con los requisitos que le exige la Constitución de la Ciudad al candidato a jefe de Gobierno. El Tribunal Superior de la Ciudad ya dijo que no, que está en condiciones. Pero ahora, los que impugnaron a Jorge Macri solicitaron el recurso extraordinario ante la Corte delante del Tribunal para que sigamos hablando de esto. Muy probablemente la Corte, que ya dijo que no se va a hacer cargo del tema, lo rechace. Pero es una forma de mantener en el candelero que Macri, más allá de lo que diga la Justicia, está flojo de papeles. Aun así, y más allá de esto, no han sido buenos días para Macri. No ha tenido suerte últimamente. Le bajaron con dos videos de archivo a Franco Rinaldi, un signo de vulnerabilidad importante. Queda como primer candidato a diputado de su lista Facundo Del Gaiso, que el año pasado decía que Jorge Macri no podía ser candidato a jefe de Gobierno porteño por tener su residencia en Vicente López. Más aún, Del Gaiso es de la Coalición Cívica que apoyaba a Fernán Quirós. Sigue habiendo fuego graneado sobre la candidatura de Jorge Macri a pesar de que las encuestas dicen que es el candidato que gana.

¿Festeja del discurso moderado de Larreta porque ganó Pullaro con un discurso de esa índole? ¿Bullrich tiene que revisar su argumentación, el llamado a un conflicto y a pedir que la gente salga a la calle a defender un programa de ajuste? ¿Tiene viabilidad hoy ese argumento? El Gobierno desea que siga así porque los peronistas creen que le ganan más fácil a ese discurso de Bullrich que al de la moderación, que busca ir al centro. La gran discusión entre Bullrich y Larreta, en el fondo, es qué capacidad tiene JxC para capturar el voto desencantado del peronismo. Larreta piensa: “Me planteo un discurso moderado, entre otras cosas porque no tengo tanta imagen negativa en ese público peronista”. Bullrich, aunque quisiera, no podría. Está condenada al conflicto. Si quisiera el no conflicto, esos votantes le darían la espalda. Hay un dato importante que habrá que reflexionar sobre lo que pasó en Santa Fe: no está Javier Milei en esa pelea. Y no estando Milei, no creció el discurso ligado a Bullrich. ¿Hay una transferencia de votos de Milei a Bullrich? Los que estudian con mucho detalle en el Pro lo que tiene la gente en la cabeza en términos cualitativos dicen “no es tan lineal esa transferencia. El votante de Milei, si no está Milei, no necesariamente va a Bullrich. Si a Milei le va mal no quiere decir que a Bullrich le vaya bien”. Esos analistas sostienen: “En Bullrich, muchos votantes ven orden. Pero, después del orden, ven cierta crueldad o insensibilidad”. En Milei, no. Piensan que es un “loquito bueno” que va a ajustar a los políticos y no a la sociedad. La víctima de Mile es el político. La de Bullrich, ¿sería la gente? Esto es lo que está en discusión. Vemos qué pasa en una elección como Santa Fe con los votantes de una derecha dura cuando no está Milei en carrera.

Para el Gobierno es un mal resultado. Habrá que ver qué conclusiones saca el equipo de Massa respecto a lo que pasó en Santa Fe. El oficialismo hoy está resquebrajado. Es evidente que la política argentina está entrando en otra etapa y una de las señales son las internas. Ya no hay liderazgos inapelables como antes eran el de Macri o el de Cristina, que puedan ordenar todo bajo su jefatura. Estos liderazgos son desafiados. Al haber un eclipse de estos liderazgos, hacia abajo hay fragmentación o conflicto. Ya no hay dos bloques que ordenan todo. La política se va despolarizando y empieza a haber lugar para conflictos particulares, es decir, en cada una de las fuerzas.

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Es muy interesante lo que está pasando en la provincia de Buenos Aires. Hay una interna en La Matanza. Patricia Cubría del Movimiento Evita contra Fernando Espinosa, un intendente peronista desafiado por el Movimiento Evita en nombre de la justicia social. Es como un cielo con dos soles, difícil de pensar. En La Matanza no hay internas desde el 99. Aquel año se enfrentó en ese municipio Carlos Ruckauf, respaldado por Duhalde, contra Cafiero. Ganó el candidato a intendente de Ruckauf, que era Alberto Balestrini, contra Héctor Cozzi, que era el intendente que quería renovar en La Matanza. Desde entonces no hay una interna por la conducción del municipio, que para muchos sigue siendo la capital nacional del peronismo. Aparecen allí otras internas. Empieza a haber la vocación del no peronismo, a ver si prospera electoralmente en esa zona que parece tierra de infieles, tierra incógnita. Lalo Creus, Toti Flores, Josefina Mendoza, que es radical. Una interna en Juntos por el Cambio como si hubiera mucho que discutir en La Matanza. Jefaturas inconmovibles, hegemonías que tienen que dar lugar a otras titularidades y que, por lo tanto, se debilitan. En Ituzaingó, por ejemplo, hay un reinado eterno de Alberto Descalzo. Una figura central del peronismo del conurbano, tanto que la fue a buscar Kirchner cuando quiso hacer pie en esa zona. Ahora le deja la posta a su hijo Pablo Descalzo. Pasa algo parecido en San Isidro en el radicalismo con Posse y su hija. Todos se le animan a Descalzo ahora y se le animan también en Juntos por el Cambio. Empieza a haber una gran apuesta de Santilli, de Diego Valenzuela, de Larreta, por Gastón di Castelnuovo, como si fuera fácil ganarle a un Descalzo que no es Alberto.

Ejemplos de hegemonías que se resquebrajan, por ejemplo, en San Luis. También en Hurlingham, La Cámpora enfrenta a quien fue hasta ahora el líder en esa localidad, Juan Zabaleta, que recibe el apoyo del partido de Alberto Fernández. Se enfrenta al candidato de La Cámpora que es Damián Selci. Es decir, hay una interna microscópica entre La Cámpora, suponemos también Cristina, y Alberto Fernández. Hay que saber leerla. Es en Hurlingham.

Hay otra discordia que es interesante de ver: Malena Galmarini, que quiere ser intendenta de Tigre, en contra de Julio Zamora, heredero y después desafiante de Sergio Massa en Tigre. Una interna, probablemente de las más despiadadas que se estén dando hoy en la Argentina. Peor que la de Pullaro y Carolina Losada. Con Malena Galmarini que apela a todo. Basta ver una imagen en la que se ve a la presidenta de Aysa repartiendo en Pacheco notebooks, pequeñas computadoras, entre adolescentes. Es decir, el Estado le delega la facultad de regalar computadoras a la presidenta de una empresa de aguas. No se entiende muy bien qué tiene que ver, pero ahí está, porque hay que apelar a todo para desplazar a Zamora de la intendencia de Tigre.

En lo que vemos hoy como una campaña efervescente, se ve cómo después de muchos años vuelven las internas, la vida política partidaria a la Argentina. Muchos se asustan, dicen: “Se están peleando”. Bueno, sí, siempre que hay disputa de poder hay pelea. Esos conflictos son como un vidrio esmerilado: si uno mira muy bien lo que hay detrás, se puede ver una gigantesca crisis económica. Misteriosa. Entramos en una zona desconocida. Probablemente, desde el año 1989 no ocurre que el Banco Central se queda sin reservas. Las reservas netas están negativas en siete mil millones de dólares; y las líquidas, es decir las que el Banco Central puede usar para intervenir en el mercado, para pagar importaciones, las que tiene disponibles, están negativas en 11 mil millones de dólares. Esto tiene consecuencias delicadas, pero es paradójico porque hay que mirar lo que ha sido el comportamiento de las importaciones y las exportaciones en la Argentina. Es un comportamiento extraordinario. No queda claro si Alberto Fernández se da cuenta del entorno económico en el que le tocó gobernar. Esto se puede ver al analizar los números que muestran lo que superan las exportaciones a las importaciones: en el 2020, ese saldo fue de US$12.530 millones; en 2021, US$14.750 millones; US$6.923 millones, en 2022. Negativo en US$-2.691 millones en 2023, donde intervienen mucho las necesidades sobre todo energéticas de la Argentina, sobre todo de gas. Pero estamos hablando de que en estos cuatro años el saldo exportable de la Argentina fue de 31.500 millones de dólares. Hay que remontarse mucho tiempo atrás, al mejor momento de Cristina Kirchner o a la Argentina de Perón de los años 50, para tener esta acumulación de dólares proveniente del saldo exportable de la Argentina que tenemos en estos cuatro años. Si miramos que “sobraron” 31 mil millones de dólares y el Banco Central está en rojo en 11 mil, quiere decir que hay 42 mil millones de dólares que se fueron algún lado. Es decir, la diferencia entre un gobierno y otro oculta que hay una continuidad, que hay un mismo problema: “los que se la llevaron”. El kirchnerismo dice “los amigos de Macri que se llevaron los dólares”. Y estos que se los llevaron durante cuatro años hasta hoy, ¿quiénes serán?, ¿los amigos de Alberto? Es una broma porque, a estas alturas, Alberto casi no tiene amigos.

Si uno mira el discurso de este lunes de Cristina Kirchner hay una enorme dificultad para vincular lo que técnicamente se llama creación de activos externos, es decir la fuga hacia el dólar, con la destrucción de la moneda argentina. Con la destrucción del peso. Es gente y más gente que trata de obtener un seguro frente a la inflación comprando dólares. Además, hay otro fenómeno y es que la intervención al mercado de cambios genera una brecha que estimula que aquel que tiene algo hecho de dólares lo retiene, porque están pagando $270 y está viendo que el dólar blue está en $522. Y supone que en algún momento se va a unificar, piensan desde el sentido común. Aquel que tiene que importar y ve que el dólar está barato, y que en cualquier momento devalúan, adelanta todas las importaciones que pueda adelantar. Esto quiere decir que en la Argentina hay un financiamiento de los sectores que viven en pesos a aquellos que pueden obtener dólares que en general son los ricos. Son los empresarios que pueden comprarse un avión afuera, un jet con el dólar oficial, que es un dólar de $270, cuando por ejemplo la remarcación de alimentos va más ligada al dólar blue. Este no es un sistema precisamente de justicia social y tiene que ver con una inconsistencia que es la destrucción de la moneda que produce la inflación. Conclusión: si sumamos 31.000 millones de dólares de saldo exportable en estos cuatro años, y 11.000 más que es el rojo del Central, estamos ante 42 mil millones de dólares que desaparecieron.

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Massa se hace cargo del problema de la inflación, pero aclara: “Esta es la herencia recibida. El problema es lo que me dejó Guzmán”. El exministro de Economía le contesta que la inflación acumulada en su período fue de 190,3%, en 31 meses, mientras que en el de Massa fue de 100,7%, en 11 meses. El promedio de la inflación de Guzmán fue de 3,50%, en cambio en la gestión de Massa fue 6,54%. También hay una falsedad en esta comparación porque son inercias difíciles de contener y de revertir. Si hubo una inflación acumulada de 190% en 31 meses, no me podés pedir que la baje demasiado. Aunque Massa prometió bajarla y la ha subido. Este es un problema central para Massa candidato: el problema que le inflige el Massa ministro de Economía.

Estamos entonces ante una situación rara que es la falta dramática de dólares, que nos pone necesariamente de rodillas en la ventanilla que sea. Citamos la semana pasada a un experto en política internacional, que no es necesariamente un economista ortodoxo, que dice que la “diplomacia del mangazo” nos hace resignar soberanía en la ventanilla que sea, en la de China, en Estados Unidos, en la del Fondo Monetario Internacional.

Este martes finalmente parece que viajan los funcionarios del Ministerio de Economía a discutir con el Fondo. Esto se viene anunciando desde hace tres meses y desde ese momento aseguran que el acuerdo está cerrado. Sin embargo, viajan sin que esté cerrado y Massa espera que se cierre para el viernes. Resolver ese acuerdo es el acto más importante de toda su campaña.

Hay algo que cambió y es que si hoy la Argentina entra en mora, el default se declara seis meses después; es decir que el default se declara en el próximo gobierno. Por lo tanto, si ahora el gobierno de Fernández y Massa le dice al Fondo que no paga, le podrían contestar: “Bueno, no pague, porque lo voy a resolver con el próximo gobierno, que va a querer tener un programa con el Fondo”. Primer argumento que se le cae a Massa. El segundo argumento que se le cae es: “Ayúdenme a mí, que si no viene Cristina”. Hoy Massa es Cristina. Es el candidato de Cristina, que pide el respaldo de Cristina frente a Grabois. Entonces son dos argumentos políticos muy importantes que ya no están. Un Fondo que está acorralado técnicamente porque ya fue complaciente frente a todas las metas que no se cumplieron. Y que mira ahora si darle o no dólares para que defienda este tipo de cambio de $270 cuando el blue está en $521, lo cual genera lo que decía Cristina: estimula las importaciones, retrae las exportaciones. Agrava el problema. En el Fondo razonan: ¿te vamos a dar dólares para que te mantengas en ese círculo vicioso? No, para darte los dólares te voy a pedir que devalúes. ¿Con esta inflación y estos niveles de pobreza? ¿Para que la gente pase de la pobreza al hambre? Es un dilema enorme que el Fondo tampoco quiere resolver, porque también tiene miedo a las consecuencias sociales de lo que pase con sus medidas. Pero los técnicos piensan: “Hasta acá llegamos, plata contra devaluación”. El Gobierno imagina, entonces: “Cambiemos de acreedor, nos entregamos a China y les pedimos que nos den los yuanes necesarios, mucho más caros que los dólares que nos presta el Fondo, prácticamente el doble de tasa de interés, para liquidar la deuda”. Pero eso todavía no existió, son trascendidos de la prensa local, probablemente trascendidos de Massa. Julie Kozack, portavoz del Fondo, aclaró: “Acá los chinos no dijeron nada de eso”.

La alternativa que quedaría es no pagar. Eso sí sería desatar en medio de la campaña electoral tensiones que se acelerarían. Ahí está el viaje de Massa al Fondo, con una presión muy grande de Massa hacia la Casa Blanca, donde tiene un amigo que se llama Juan González, encargado de América Latina en el Consejo Nacional de Seguridad. Una presión muy grande de la Cancillería de Santiago Cafiero sobre el Departamento de Estado. Pero el teléfono que tiene que llamar al Fondo no llama. Es el teléfono de la Secretaría del Tesoro, Janet Yellen, que hasta ahora no ha hecho ningún gesto hacia la Argentina. Veremos esta semana. Con una Kristalina Georgieva debilitada, por un roce permanente con Estados Unidos. Por primera vez en mucho tiempo, la directora gerente del FMI no va a ser reelecta. Es la debilidad de Georgieva que también la deja sin capacidad de maniobra para la relación con Massa.

Si hubiera un arreglo con China, habría una señal de ese arreglo: la Argentina estaría viendo si le compra aviones caza, aviones de guerra de fabricación chino pakistaní. Eso es para el gobierno argentino cruzar una línea roja, es entrar en un alineamiento con China en materia de guerra, de defensa, en materia de seguridad internacional. Ya no es comercio, es otra cosa. Jorge Taiana viaja la semana que viene a la India a hablar en principio de la compra de aviones. Lo de los aviones chinos se lo pidió Xi Jinping a Alberto Fernández y a Massa en noviembre cuando estuvieron juntos. Pero Taiana viaja a India, que es un enemigo de China y más todavía de Pakistán. Es decir, la Argentina está buscando otro alineamiento que daría la impresión que no hace juego con las versiones que emite el ministerio de Economía que dicen que si no se arregla con el Fondo se entregan en brazos del Banco Central Chino.

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Mientras tanto, empieza a haber un ruidito que empezó el viernes. Algunos bancos detectan salidas de plazos fijos. Gente que tiene un plazo fijo y en vez de renovarlo retira los pesos y se va al dólar. Probablemente eso movió el blue. Porque los plazos fijos que empiezan a vencer desde el jueves o viernes pasado ya son plazos fijos que renovarían después de las PASO y el nivel de incertidumbre hace que mucha gente quiera pasar las primarias en dólares o al menos no en pesos. Todo esto hubiera alarmado muchísimo a Néstor Kirchner que entendía algo central en la Argentina, que tiene que ver con la política más que con la economía: si el dólar se mueve es una señal de desorden político. Acá está el problema de Massa, este es el problema central.

El Gobierno registra este problema. El lunes pasado mostramos un video de Mayra Mendoza adhiriendo a la candidatura de Grabois por la coherencia. Al que le quepa el sayo que se lo ponga. No quiere decir que Massa fuera incoherente. ¿O sí? Ayer Mayra Mendoza salió a decir “La Cámpora conscientemente respalda a Massa”. Daniel Selci, de Hurlingham, dijo lo mismo. Más vale tarde que nunca. Es muy llamativa la necesidad que tienen de decirlo porque se suponía que lo respaldaban.

Cristina Kirchner hizo un acto con Massa, en Ezeiza. Hay muchas bromas sobre ese acto, algunas muy malvadas y de gente del peronismo que no lo quiere a Massa. Fue para inaugurar un simulador de vuelo. Y más de un chistoso dice: “¿Había necesidad en plena campaña de ponerlo a Massa con un simulador? ¿No había posibilidad de buscarle otro tipo de aparato que refiera menos a lo que se le reprocha a él cómo característica?”. Aparece Massa en el lugar del piloto. Esa es la otra broma: ¿Y dónde está el piloto? ¿Dónde está el ministro de Economía? Cristina Kirchner, por su parte, ocupa el lugar de copiloto. Hay que recordar esa imagen, que hoy pasa inadvertida. Si Massa gana la interna, esta imagen va a ser muy utilizada por la oposición al Gobierno. Porque es la imagen de un Massa con una Cristina de copiloto, que se va transformando, antes de lo que tal vez desearía, en un Alberto.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/politica/economia-y-donde-esta-el-piloto-nid18072023/

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