Se mudó a la casa de sus sueños, pero todo se volvió su peor pesadilla por un frustrante motivo
Una de las aspiraciones pa...
Una de las aspiraciones para muchas personas alrededor del mundo es tener una casa propia. No obstante, hay diversos obstáculos que enfrentan a la hora de realizar este proyecto: desde la poca capacidad de ahorro, hasta la falta de crédito hipotecario, hay un sinfín de ejemplos que, si no se pueden resolver a corto plazo, resulta imposible llevar a cabo. Si bien también se encuentran aquellos que logran cumplir este sueño, muchos se ven perjudicados por las constructoras, quienes en ocasiones se aprovechan de esta desesperante situación. Este fue el caso de Bethan Collings, quien ahorró durante años para comprarse una propiedad en la zona rural del sur de Auckland, en Nueva Zelanda, y el lugar se convirtió en su peor pesadilla por un frustrante motivo.
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En diálogo con el medio Stuff, la protagonista dijo que se encontraba feliz con la compra que le hizo a una constructora. Sin embargo, una vez que se mudó, todo cambió. “Classwall, la empresa en cuestión, no completó todo el trabajo y apresuró todo antes de que el negocio se hundiera. Debido a que estaba incompleto, no pude conectar el agua o la energía. Durante varias semanas, estuve sin electricidad y sin baño”, explicó.
Por otro lado, y avergonzada por lo que vivió, sostuvo que tomó la decisión de utilizar las instalaciones públicas ubicadas en los pueblos cercanos. Asimismo, indicó que compró un panel solar para darle energía a su computadora y poder trabajar.
En cuanto al día en el que tuvo la oportunidad de ser propietaria de la vivienda, aclaró que se la habían ofrecido a un módico precio en la Tiny House Expo en 2020. “Sus valores comenzaron en 69.990 dólares y otras casas pequeñas comenzaron en US$180.000. Sabía que no podía obtener más de un préstamo de 70.000. Entré a una similar y sentí que ingresaba en un departamento de una sola habitación en la ciudad, y eso era más o menos lo que quería”, recordó sobre la estructura de la casa.
Respecto del tiempo en el cual terminarían la construcción, le prometieron que solo debía esperar seis semanas. No obstante, esta información fue la primera señal que la alertó. “Parecía que iban muy lentamente. Creo que tenían buenas intenciones (asumir un negocio extra construyendo casas diminutas), pero mordieron más de lo que podían masticar”, dijo.
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El 11 de marzo del 2021, terminó el plazo y finalmente tenía la llave en la mano, pero la felicidad de ese primer momento se convirtió en frustración. “Fue un bautismo de fuego porque la compañía en realidad no sabía lo que estaba haciendo. Había muchos errores y omisiones. No había plomería ni canaletas, no habían conectado el ventilador del inodoro, el suelo tenía huecos, la tubería del lavaplatos estaba partida y goteaba por todos lados, la superficie del banco de la cocina no es uniforme, no limpiaron el interior de los cajones y las paredes, los armarios no llegaban hasta el techo”, enumeró sobre los primeros inconvenientes que visualizó a la hora de conocer las instalaciones.
Tras nombrar una lista interminable de errores, comentó que estuvo meses viviendo en condiciones deplorables: “Un infierno absoluto de tres meses viviendo sin electricidad, agua e inodoro. También fueron 18 meses de llamar constantemente al fabricante para que hiciera las cosas. No puedo creer que sobreviví”.
En julio del 2022, luego de enviar miles de mails sin respuesta a la compañía en cuestión, Collings descubrió que se encontraban en quiebra. “Fui a las instalaciones y todos los letreros estaban caídos. Habían entrado en liquidación. Recién ahora acabo de recibir mi finiquito como acreedor quirografario (después de 25 meses de lucha). Son solo 500 dólares y apenas me pagarán los arreglos interiores. Pero, al menos todavía tengo mi casa”, precisó.
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Luego de realizar el descargo, la mujer, de 44 años, contó que anteriormente le resultaba imposible obtener una propiedad y por ese motivo alquilaba. Por otro lado, y a pesar de que luchó para encontrarse cómoda, hizo hincapié en que el pequeño sitio en el que se ubica actualmente le genera una inconmensurable alegría.
“Para ser perfectamente honesta, es perfecto para mí. La paz y la tranquilidad, el tamaño reducido, la belleza de tener mi propio espacio sin compañeros de piso después de 24 años viviendo así, y el hecho de que no estoy atrapada aquí y puedo mudarme de casa fue realmente liberador”, subrayó.
Por último, aclaró que se encargó por cuenta propia de los arreglos en cuestión y su objetivo de ahora en más será volver a retomar una rutina organizada para cumplir con nuevos proyectos relacionados con el trabajo y los estudios.