Como en un apocalipsis de película, la Ciudad de Córdoba se encuentra desolada, completamente vacía. Ya los niños no juegan en las plazas, los trabajadores de compras por pedido ya no se ven en los bancos frente al Patio Olmos, y este ya no tiene las luces encendidas. Los bondis urbanos completamente vacíos, no hay negocios abiertos como era normal verlos, las colas esperando al trole ya no están, pero si lo están en las puertas de los supermercados por más de una cuadra. La gente espera para comer más que para moverse.
Pero así, esta imagen y este relato no alcanza, porque de pronto ves en alguna esquina a un grupo de amigos charlando, alguno que otro paseando y hasta un "che negro, ¿por donde dijiste que estaban los controles?" como acabo de escuchar a la salida de una despensa.
Las calles amarillas y verdes de taxis y remises ahora se ven grises, con el color natural del asfalto. 
Córdoba duerme, pero despierta a la gente. 
Tomemos consciencia. Seamos responsables. Cuidémonos.
Al virus lo paramos entre todos.

Juan Manuel Ramos

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