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¿Cuál es la magia de ‘La Bamba’ después de más de tres décadas?

El actor Lou Diamond Phillips y el guionista y director Luis Valdez rememoran sus experiencias de hace más de treinta años con LA BAMBA nota

Por Yolanda Machado

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Cuando se estrenó La Bamba en el verano de 1987, las expectativas de éxito eran bajas. La película estaba basada en la vida de Ritchie Valens, el adolescente mexicoestadounidense (nombre de pila: Richard Steven Valenzuela) que fue uno de los primeros latinos del rocanrol. La película narraba sus inicios como trabajador agrícola en Delano, California, el vínculo con su polémico hermano mayor, Bob, y las complejidades de tener que ocultar su origen para triunfar en el mundo de la música con éxitos como el que titula el filme. En el fondo, era la historia de dos hermanos que trabajaban para alcanzar el sueño americano, un sueño que por lo general era exclusivo de los estadounidenses blancos.

Valens murió en 1959, apenas un año después de que Del-Fi Records le extendiera un contrato, en un accidente aéreo en el que también murieron otras dos estrellas, Buddy Holly y J. P. Richardson, mejor conocido como Big Bopper.

La efímera carrera de un adolescente latino no emocionó precisamente a los ejecutivos de Hollywood. Las llamadas historias “étnicas” no se consideraban éxitos en taquilla. Un primer artículo de Los Angeles Times parafraseaba a los especialistas de mercadotecnia que, en privado, temían que La Bamba —escrita y dirigida por un dramaturgo latino, Luis Valdez, y protagonizada por un actor desconocido de ascendencia filipina, Lou Diamond Phillips— quedara “fatalmente por debajo” de las expectativas y provocara que Hollywood se alejara de otras películas sobre latinos.

 Phillips como Ritchie Valens en la película biográfica de 1987

Sin embargo, la película biográfica, realizada con tan solo 6,5 millones de dólares, recaudó más de 54 millones. Ajustado a la inflación, eso supone más de 120 millones de dólares.

La Bamba se convirtió en el buque insignia de lo que muchos pensaron que sería una oleada latina en Hollywood”, dijo Phillips por videochat. “Pero nunca se afianzó lo suficiente como para convertirse en un pilar”.

Valdez añadió: “En ese sentido, La Bamba es única y fresca porque no ha habido mucho que compita con ella”.

Ahora que La Bamba se transmite por HBO Max y vuelve a los cines, Valdez se reunió con Phillips para hablar de la película, y de su impacto, 34 años después.

A continuación, presentamos algunos fragmentos editados de esa conversación.

La Bamba sigue siendo considerada una de las películas latinas imprescindibles de la historia del cine. ¿Cómo se siente que un filme que creaste hace más de tres décadas siga siendo tan influyente?

VALDEZ: Se siente bien y mal, en cierto modo. Es bueno que la película sea relevante, que sea actual y que la gente pueda disfrutarla por lo que es. Al mismo tiempo, debería haber decenas de películas como La Bamba que representen la experiencia latina. No solo la experiencia latina, sino la experiencia de las minorías en su conjunto en Estados Unidos. Porque creo que lo que da fuerza a la película son sus referencias a un nuevo consenso en Estados Unidos, a lo que significa ser estadounidense. Definitivamente tiene raíces multiculturales, pero suscribe las mismas preocupaciones básicas universales en la vida de la gente: la familia, el trabajo, la esperanza, la ambición, los sueños, los deseos, y es relevante en ese sentido, porque esas cosas nunca desaparecen. Son humanas y eternas.

PHILLIPS: Estoy de acuerdo con lo que ha dicho Luis. Nos gustaría haber avanzado más en este momento. Lo que hemos visto, creo, en los últimos veinte años es una comunidad afroestadounidense muy activa, así como productores, directores y guionistas muy motivados y decididos. Cuando tienes a Tyler Perry, Ava DuVernay o Shonda Rhimes, se trata de creadores que se convirtieron en pilares para abrir tu propio camino. Luis fue el pionero en eso, pero no consiguió que suficientes personas siguieran sus pasos.

Valdez, mencionaste que la película era una historia estadounidense. Inspiró a muchos niños latinos estadounidenses de primera y segunda generación a soñar en grande. ¿Por qué hay tantas barreras a la hora de ponerle la etiqueta de estadounidense a lo que se considera una historia “étnica”?

VALDEZ: Creo que es una cuestión de la narrativa estadounidense. ¿Qué historia estamos contando aquí y desde el punto de vista de quién? A todos nos han vendido la idea de los peregrinos, de 1492, de la llegada de Europa y todo eso, ¿no? Bueno, eso debería incluir la historia de México, que es un país totalmente distinto en lo que respecta a la narrativa estadounidense. Sin embargo, en realidad, hay que revisar todo de nuevo. Hay que reescribir la narrativa, volver a mirar la narrativa y decir: “Muy bien, ¿qué es un estadounidense? ¿Qué significa ser estadounidense?”.

Todos vivimos vidas ordinarias. No tenemos que ser miembros de bandas. No tenemos que ser delincuentes. No tenemos que ser drogadictos. No tenemos que ser violentos. Podemos ser personas normales que van a los centros comerciales y compramos comida y ropa para nuestros hijos, y los mandamos a la escuela. Tenemos la vida que se representa en todas las películas que tratan de la gente blanca. Ellos tienen toda la gama; las minorías, no. Quedan atrapadas en un estereotipo. Y cuanto más violento, más exótico y más extraño es, supuestamente resulta más comercial. Pero eso es una mentira.

Tengo curiosidad de saber qué pasó con tu carrera cinematográfica después de La Bamba. Dirigiste y escribiste algunas películas para televisión, pero luego volviste al teatro y dejaste de hacer películas. ¿Qué pasó?

VALDEZ: Me convertí en cineasta años después de ser organizador sindical y fundador deEl Teatro Campesino y profesor universitario. Me dediqué a otras cosas. También volví a la enseñanza. Como uno de los profesores fundadores de la [Universidad Estatal de California] de la Bahía de Monterey, inicié un proyecto llamado Institute for Teledramatic Arts and Technology, que anticipó algunos de los cambios que se están produciendo ahora, con la transmisión en continuo y todo eso. Pero, para ser franco, había muchas dificultades para intentar llevar a cabo los nuevos proyectos que yo quería realizar. Me ofrecieron cosas que no quería hacer y decidí no hacerlo porque tenía otras opciones.

Lou Diamond Phillips was 'scared' to fail in 'La Bamba'

A finales de los noventa, dijiste que empezarías a trabajar en una secuela de La Bamba que se centraba en la historia del hermano de Ritchie, Bob. ¿Qué pasó con ese proyecto?

VALDEZ: Me pareció que la historia podía extenderse. Estuve buscando a Bob para la película, Dios lo bendiga, murió hace un par de años. Tenía 81 años con un peinado estilo mohicano y un pendiente. Era simplemente una persona sensacional para conocer y disfrutar como amigo. Allí había una historia que tenía que ver con la extensión de la historia del rocanrol, cómo pasamos de los años cincuenta a los sesenta. La forma de llegar ahí era con Bob. Así que le presenté esta idea a varios productores pero no pude interesarlos.

Sinceramente, creo que no tenemos suficientes productores que comprendan la experiencia de las minorías en Estados Unidos. Siempre van a lo mismo: la violencia, las drogas y el sensacionalismo, pensando que eso es lo que vende. La mayoría de las veces, es la tranquila historia humana la que finalmente conecta con la gente, y creo que es el secreto de La Bamba.

¿Te cambió la historia? ¿Te inspiró a hacer algo que no hubieras hecho antes?

PHILLIPS: Subrayó y reforzó mi propio sueño. Durante unos días estuve leyendo diálogos para el personaje de Bob y, un día, Luis pasó delante de mí. Estaba sentado en el pasillo. Me dijo: “Mañana leerás para interpretar a Ritchie”. Recuerdo haber caminado por el bulevar Pico pensando, “Caray, Dios mío. Me he estado preparando para interpretar a Bob. Ahora, ¿cómo interpreto a Ritchie?”. La epifanía que tuve fue decir: yo ya soy Ritchie. Soy un chico con un gran sueño, el deseo de ir tras él. Todo el proceso de convertirme en Ritchie y que eso me catapultara de la manera en que lo hizo, cambió mi vida.

Tenía una filosofía: esto va a cambiar mi vida, pero no me va a cambiar a mí. La experiencia me hizo ser introspectivo durante el resto de mi carrera y no sentir que tenía derecho a esto, sino que era afortunado, y nunca, nunca he dejado de estar agradecido.

VALDEZ: Ritchie y yo formamos parte de la misma generación. Yo estaba en la preparatoria cuando el rocanrol llegó en la década de 1950, y puedo entender las ambiciones de Ritchie porque yo tenía las mismas. En esa época, todos éramos estadounidenses con ganas de hacer algo, y yo soñaba con que todas las oportunidades estaban a mi alcance. Si quería hacer lo que fuera, si quería ser una estrella de rock, podía hacerlo, y Ritchie tenía ese sueño y lo cumplió. Y lo mismo me pasó en el teatro. Es decir, no había teatro latino cuando empecé, y me di cuenta de que nadie lo había hecho, así que lo haría yo. Empecé a escribir obras de teatro en 1960. En ese entonces era un mundo totalmente diferente. Por eso me identifiqué con Ritchie: murió por ello, pero vivió sus sueños.

 

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