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Baena Soares, la OEA y la democracia

En la reciente Asamblea General de la OEA realizada en Washington D.C., los Estados miembros expresaron su “sincero agradecimiento y profundo aprecio” al exsecretario general de la OEA (1984-19...

En la reciente Asamblea General de la OEA realizada en Washington D.C., los Estados miembros expresaron su “sincero agradecimiento y profundo aprecio” al exsecretario general de la OEA (1984-1994), el diplomático brasileño Joao Clemente Baena Soares (fallecido el 7 de junio), por su contribución a la paz, los derechos humanos y la democracia en las Américas. Previo a la OEA Baena fue secretario general de Itamaraty. Durante su período, los Estados miembros modificaron los propósitos y el alcance de la Organización. Tras el retorno de la democracia en importantes países de las Américas, en 1985 sus miembros enmendaron la Carta constitutiva para incluir la promoción y consolidación de la democracia representativa como uno de sus principales propósitos. En 1992 adoptaron el art. 9 que prevé la suspensión de la Organización de cualquier gobierno de un miembro que no haya resultado de un proceso democrático. Así la OEA pasó de dedicarse a promover la paz, la seguridad y las buenas relaciones entre los Estados miembros, a ocuparse de temas internos de los mismos, cuando de amenaza o ruptura del orden democrático se tratase.

Con su capacidad de negociación y de persuasión, Baena Soares logró que los Estados miembros cedieran soberanía absoluta y le confiriesen nuevos “poderes” o facultades políticas al secretario general –algo improbable en un organismo intergubernamental– autorizándolo a llevar a la atención del Consejo Permanente o de la Asamblea General de la OEA “cualquier asunto que, en su opinión, pueda amenazar la paz y la seguridad del hemisferio” (art. 110). Luego, en la Asamblea General de 1989, los Estados miembros encomendaron al secretario general la organización y el envío de misiones de observación electoral (MOE) a petición de un miembro. Ello resultó tras arduas negociaciones entre miembros que percibían a las MOE como “intervencionistas” y aquellos que las veían como un instrumento para promover la democracia y la paz en Centroamérica. El hecho marcó un punto de inflexión a favor del monitoreo electoral internacional. Las MOE son hoy ampliamente reconocidas y solicitadas.

En 1990 los miembros autorizaron al secretario general a establecer la Unidad para la Promoción de la Democracia (UPD), con el fin de ofrecer a los Estados que lo soliciten “un programa de apoyo y…asesoramiento o asistencia para preservar o fortalecer sus instituciones políticas y procedimientos democráticos,” y de “asesorar al secretario general sobre asuntos relacionados con la labor de la Unidad.” (El autor fue parte del grupo de asesores encargado de tales funciones). Estos cambios paradigmáticos abrieron el camino para que la OEA y su secretario general contribuyesen al proceso de paz y democratización en Centroamérica. Los gobiernos militarizados de El Salvador y Guatemala combatían la guerrilla castro-comunista, y el gobierno sandinista en Nicaragua se enfrentaba a la Resistencia Nicaragüense (“Contras”) apoyados por EEUU. En noviembre de 1986, Baena Soares y el peruano Pérez de Cuéllar, secretario general de la ONU, en un esfuerzo de cooperación sin precedentes, acordaron facilitar el proceso de negociación iniciado por el Grupo de Rio y monitorear el cumplimiento de los acuerdos de “paz y democracia.”

Baena Soares participó como observador y en algunas ocasiones como facilitador de las negociaciones entre el gobierno sandinista y los “Contras”, que culminó con el Acuerdo de Sapoa de 1988. Este incluía el cese de las operaciones militares, una amnistía general, elecciones libres y el establecimiento de una Comisión de Verificación para Nicaragua, compuesta por el Cardenal Miguel Obando y Baena. En la reunión de Tela, Honduras (1989), los presidentes centroamericanos crearon la Comisión Internacional de Apoyo y Verificación (CIAV-OEA) para proceder al desarme, la desmovilización, repatriación y reubicación de ex “Contras” y sus familias. La OEA se ocupó de eso en Nicaragua y la ONU de los “Contras” en Honduras. Además, el presidente Daniel Ortega solicitó a Baena el envío de una MOE para las elecciones de febrero de 1990, la que se constituyó en la primera observación electoral integral de la nueva era de la Organización. La MOE no sólo observó el proceso en su totalidad, sino que su “conteo rápido” fue crucial para que Baena, junto a Pérez de Cuéllar y Jimmy Carter, lograse convencer a Ortega de su derrota.

En la Asamblea General de 1991, tras arduas negociaciones en las que participó Baena, los Estados miembros adoptaron la Resolución 1080, estableciendo el compromiso colectivo de tomar medidas inmediatas para proteger o restaurar la democracia. En ella se autoriza al secretario general a convocar una reunión del Consejo Permanente en caso de “una interrupción repentina o irregular del proceso institucional democrático o del ejercicio legítimo del poder por un gobierno elegido democráticamente”. Cuando se interrumpió el orden democrático en Haití (1991), Perú (1992) y Guatemala (1993), Baena convocó inmediatamente al Consejo, y este le encomendó iniciar misiones de buenos oficios, las que eventualmente contribuyeron a reencauzar el proceso democrático en esos países.

La admirable labor de Baena Soares como secretario general de la OEA muestra que no se requiere ser ex canciller ni ex presidente para ocupar tal cargo. Sí se requiere un líder con capacidad de negociar y construir consenso entre los miembros alrededor de una visión cabal de la Organización, como el principal foro político/diplomático del hemisferio y anclada en sus principios y propósitos de defensa y promoción de la democracia.

Exfuncionario de OEA

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/baena-soares-la-oea-y-la-democracia-nid03072023/

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