Baleada a los 3 meses, la rescató al borde de la muerte y ahora no puede caminar: “Es como una sirena fuera del agua”
El hallazgo lo tomó por sorpresa. Disfrutaba de la brisa de una cálida noche de primavera en un parque cuando, a lo lejos, vio lo que creyó era un animal tirado. Por la posición en la que estab...
El hallazgo lo tomó por sorpresa. Disfrutaba de la brisa de una cálida noche de primavera en un parque cuando, a lo lejos, vio lo que creyó era un animal tirado. Por la posición en la que estaba y dado que no se movía, lo primero que supuso fue que estaba muerto. Sin embargo, antes de marcharse del lugar quiso acercarse para verificar lo que había visto minutos atrás.
“Vi que movió sus patitas delanteras, por lo que corrí. En ese momento me encontré con Sally por primera vez. Me miró con sus ojos gigantes y redondos y sentí una conexión inmediata. Fue algo muy extraño, me cayeron lágrimas. La envolví en un diario que encontré tirado por si tenía alguna herida, la tomé en brazos y la subí al auto para buscar alguna veterinaria que pudiera atenderla de urgencia”, recuerda Janez Jeretič (31).
“Cualquier operación era demasiado riesgosa”El primer diagnóstico fue abrumador. A Sally la habían atropellado y presentaba un cuadro de hipotermia por haber estado tirada en el frío mucho tiempo. En esa clínica veterinaria tuvieron que estabilizarla con suero y mantenerla por unas horas en incubadora antes de que Janez pudiera llevarla a lo que se convertiría en su nueva casa.
Al cabo de unos días, el joven diseñador la llevó a control, esta vez a una veterinaria de confianza. La revisaron, le hicieron rayos X, y le mostraron que en realidad Sally no había sido atropellada. Tenía un balín alojado en el cuello, que había llegado a la médula y que por esa razón había quedado parapléjica. Incluso los profesionales pudieron encontrar la herida que se había formado y por donde entró la bala. “Luego de eso la llevé a un neurólogo veterinario para consultar sobre las posibilidades de tratamiento o de cirugía. Pero me dijeron que cualquier operación era demasiado riesgosa: Sally podía terminar cuadripléjica”.
“Me pregunto si Sally es feliz”Desde ese momento, Janez supo que la pequeña gatita de tres meses de ojos mágicos sería parte de su familia. “Fue un proceso de aprendizaje para mí. Tuve que aprender cómo Sally se movía más fácil y adaptar el espacio para que ella estuviera más cómoda. Por ejemplo, le cuesta mucho moverse en superficies lisas como la madera, pero camina perfectamente por alfombras. También aprendí a vaciarle la vejiga de forma manual, para evitar cistitis o que se orinara alrededor de la casa. Y tuve que ver cómo compatibilizar esa necesidad con mi rutina diaria. Terminé aprendiendo a vaciar su vejiga directo sobre el inodoro para poder hacerlo tres veces al día”.
Desde el primer día Sally se mostró muy cariñosa y afectuosa. Incluso, con toda su dificultad para moverse, logró escalar hasta subirse a la cama de su humano. “Ahí me di cuenta de que le encantaba estar conmigo acurrucada. No importaba si estaba trabajando en la laptop, leyendo o viendo series. Muchas veces me pregunto si es realmente feliz dada su condición, pero cuando está acomodada conmigo ronroneando pienso que sí, que debe estar contenta de vivir”.
Hace diez años que Sally y Janez viven juntos. Llevan una vida tranquila en el barrio de Las Condes, en Chile. En general ven series y películas juntos, toman fotos para la cuenta de Instagram de Sally (@sallymermaidcat) y se hacen un espacio para jugar. Janez la asiste principalmente para que “vaya al baño”. También la ayuda cuando quiere subirse a la cama o a un sillón, pero en general tiene autonomía suficiente para moverse hacia donde quiera, tomar agua y comer. Dada su condición, no puede acomodar su cuerpo como el resto de los gatos hacen para conservar calor, por lo que tiene una propensión a pasar frío. Por esta razón su humano la arropa en su camita todas las noches.
“Sally es una sirena fuera del agua, por eso no puede caminar”Janez reconoce que hay ciertas rutinas obligatorias que requiere convivir con un gatito parapléjico, pero no quiere dejar de lado las ventajas. “Aunque pueda sonar cruel, creo que hay que ver lo positivo en todo”. Durante la pandemia transitó a tres gatitos mientras les encontraba hogar definitivo.
“No extraño el hecho de que puedan subirse a la mesa del comedor y se coman las cosas, o que se metan a un macetero y dejen la casa llena de tierra, o que se escapen el segundo que uno deja la puerta de salida semiabierta, ni que rompan los sillones. Son todas cosas que Sally no hace. Creo que finalmente cada situación tiene sus dificultades y sus ventajas. Tener un gato parapléjico puede ser igual o menos dificultoso que uno sano, por lo que me gustaría que la gente se atreva a darle un hogar a los gatitos distintos, a los viejitos, a los que les falte una patita. Son estos los que más difícilmente encontrarán hogar, y los que más probablemente mueran sin nunca conocer el calor de un hogar ni el cariño de una persona”.
Asegura que Sally le enseña resiliencia, en todas sus formas; que admira la forma en que da cada uno de sus “pasos”, a pesar de toda la dificultad que le significan. Nunca se rinde, y no deja que nada le imposibilite hacer lo que ella quiere.
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“Muchas personas me preguntan sobre la colita de sirena. Sally tiene problemas para regular su temperatura y mantener el calor, por lo que hace años se me ocurrió hacerle esa colita de polar para que le abrigara sus patitas. Además de ser funcional, tiene un carácter simbólico, convierte a Sally en una sirenita que está fuera del agua y por eso no puede caminar. Muchas personas se espantan al ver animalitos con discapacidades, por lo que mostrarlos de esta forma más adorable rompe un poco con el estigma hacia ellos y permite que la gente vea a Sally como el ser mágico que es para mí”.
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