Boca: Cristian Medina, de aquel delantero que fue elegido entre 2000 chicos a este volante que se ganó un lugar con Almirón
Octubre del 2012. Tres chicos se paran delante de Hugo Perotti, Diego Mazzilli y Horacio García, captadores de talento, y reciben el aviso de que fueron los únicos seleccionados de los dos mil ch...
Octubre del 2012. Tres chicos se paran delante de Hugo Perotti, Diego Mazzilli y Horacio García, captadores de talento, y reciben el aviso de que fueron los únicos seleccionados de los dos mil chicos que se presentaron en el Club Social y Deportivo El Fortín, de la localidad de Moreno. Uno de ellos se presentó como Cristian Nicolás Medina, todo un privilegiado: no sólo por lo complejo que fue superar, con diez años, esa principal barrera que tienen los sueños futbolísticos, sino por las condiciones y el talento que tiene en su gen y lo destacaron por sobre miles. Entonces, Boca sumó un delantero a sus inferiores. Sí, no hay error: un atacante ágil por afuera, con desequilibrio y gol. Ese mismo que ya empieza a ser ligeramente ovacionado por la Bombonera y al que Jorge Almirón, mientras lo consolida y disfruta, insiste en que convierta. Ya no como aquel niño que hasta supo hacer goles de zurda, pero sí como un volante interno que tiene llegada y seguramente no haya perdido la memoria de aquel ‘7′ bravo que supo ser.
Claro, pasaron doce años de formación. De, justamente, jugar en sus inicios como delantero con aquel número en su espalda, pero evolucionar como jugador mediante el ojo de los diferentes entrenadores y pasar por múltiples metamorfosis que lo hicieron un medio campista lleno de despliegue, criterio, buen pie, inteligencia y velocidad. No perdió nada: aunque en aquellas primeras experiencias decía moverse “por todo el frente de ataque” y caracterizarse por “la rapidez y el mano a mano”, hoy se observa que rompe líneas con su arranque y escapa con mucha ventaja los manotazos que intentan frenar sus aceleraciones con pelota.
Encima, ganó conducción, eso que le fueron aportando con el tiempo. Fue haciéndose N°10 (lo vistió como enganche puro). También volante por ambos costados. Doble ‘5′. Y hasta por estos días de sus 21 años, Almirón llegó a utilizarlo de volante tapón: ante Belgrano, una semana después de la caída sobre la hora en el superclásico (en donde Medina fue el mejor dentro de la pobre labor colectiva), confió en sus capacidades al no tener a Alan Varela, “Pol” Fernández y “Equi” Fernández, suspendidos.
Por eso hoy es el mejor jugador xeneize en este momento lleno de vaivenes y el entrenador ya lo tiene como uno de sus favoritos: comprende la dinámica y los conceptos que quieren imponer desde el banco. Es la única certeza, debido a que su momento no requiere ni un retoque y sí continuar en el once ideal. Además, probablemente, sea el mayor de los aciertos de Almirón: al igual que con Valentín Barco (con él se está experimentando en qué posición rinde mejor), debe reconocerse esa decisión técnica de apostar por ellos, proyectarlos y mantenerlos porque se lo ganaron y merecen.
El gol de Medina a Sarmiento“Marquinhos”, como suelen apodarlo entre risas por su parecido al zaguero brasileño del PSG, es todo un camaleón. Sabe adaptarse al esquema de turno, al puesto que le designan, a los cambios. Quizás, le falta eso que le exige el técnico: su segundo gol en primera, tras dos años y casi cinco meses, recién llegó este domingo ante Sarmiento. Puso el 2-0 definitivo después de un contragolpe en el que corrió sin pelota desde la puerta de su propia área hasta la altura del punto penal contraria (en diez segundos) para empujar fácil la asistencia de Luis Vázquez. Su estreno se había dado dos meses después de debutar con Miguel Ángel Russo, aportando en un 3-1 a Atlético Tucumán en la vacía Bombonera (debido a la pandemia de coronavirus), también mediante el pase de un atacante: Carlos Tevez.
“Tratamos de que los volantes también aporten los goles, estamos tratando de sumarle eso al juego mío y del equipo”, ratificó el medio campista lo que habla diariamente con el DT. Mientras que Almirón elogió a Medina en su conferencia de prensa: “Metió un pique de 70 metros. Estoy muy contento por él porque tiene regularidad, se está haciendo importante para el equipo y, como volante, hace un gol. Es un premio al esfuerzo que está haciendo”.
Incluso, le destacó aspectos de su personalidad en un momento de explosión futbolística personal y de simpatía con el hincha: “Es muy centrado, fue mejorando cosas. Nada lo ha cambiado. Está jugando y eso le da confianza, sabe que la gente lo quiere y él hace lo que tiene que hacer. No creo que esté agrandado ni que se descuide, que eso sería un problema. Es un chico súper profesional. Tiene mucho fútbol, está vigente y va a ser una carrera muy buena”.
Sobresale. Encanta. Entusiasma a los hinchas, que no quieren saber nada con verlo, de repente, en el banco de suplentes. Es que ya le ha pasado. Tan lejos quedó la etapa de la MVA: Russo, en medio de algunos bajos niveles, había encontrado la fórmula de los chicos, con Medina, Varela y Agustín Almendra. Sin embargo, le dio continuidad por sólo siete encuentros prácticamente consecutivos y, llegado el receso de las incorporaciones, quebró con ese trío que estaba funcionando.
De hecho, hace poco el “Negro” (también lo llaman así) celebró los “100 partidos con la camiseta de Boca”. Merecido reconocimiento, pero son necesarias las comillas. Los números exponen lo mucho que ha tenido que esperar para este momento de gran nivel. Ahora son 104 encuentros, pero 53 es el número de sus titularidades. Y entre sus ingresos (51), en exactamente trece compromisos contabiliza seis minutos o menos.
Boca debe trabajar en refuerzos, en mejorar colectivamente, en encontrar nombres fijos que cumplan sin vaivenes. Almirón tiene una tranquilidad: ya encontró a Cristian Medina.