Boca y la despedida de Juan Román Riquelme: del “Torero” que sorprendía con magia al dirigente que está frente a su jugada más desafiante
Quizás lo que más seducía de Juan Román Riquelme como futbolista era esa capacidad para hacerse cargo de la responsabilidad sea cual sea el momento de Boca. Porque la mayoría de las veces su p...
Quizás lo que más seducía de Juan Román Riquelme como futbolista era esa capacidad para hacerse cargo de la responsabilidad sea cual sea el momento de Boca. Porque la mayoría de las veces su protagonismo era ofensivo, una gran asistencia o un gol de antología resuelto por él mismo, pero también era una pieza fundamental defensiva para el equipo de Carlos Bianchi, ya que sus compañeros podían “descansar” en él desde la posesión. Y allí es donde convivía a la perfección uno de los apodos que marcaron su carrera: el “Torero”.
La denominación creada por el relator Marcelo Araujo encajaba tanto a la hora de atacar como de defender. Cuando enfilaba para el arco adversario, porque jugaba con los amagos para sacarse las marcas de encima y quedar perfilado de frente al arco; cuando defendía, su recorrido era más zigzagueante, podía avanzar y retroceder al mismo tiempo, ya que jugaba con las marcas y como aguantaba bien la pelota, no se la podían sacar salvo que le cometan infracción. El 10 xeneize jugaba con esa cualidad y, claramente, había momentos o desarrollos de los partidos –como en el segundo tiempo ante Real Madrid en Japón, por dar uno de los tantísimos ejemplos- en donde él se divertía teniendo la pelota y viendo cómo no se la podía sacar.
Tenía una capacidad asombrosa de la ubicación de sus compañeros y rivales: la cancha táctica. Un jugador completo, de equipo, que sabía cuándo acelerar o cuándo aportar una pausa. Siempre fue muy respetuoso de sus adversarios, aunque más de una vez –sintiendo en exceso las infracciones- fue capaz de tomar el balón y mostrárselo con la palma de su mano al mediocampista o defensor de turno, luego de la sanción del árbitro.
Riquelme, como jugador, encarnaba la lucha de ese habilidoso enganche que algunos entrenadores lo hacían correr por la banda, pero siempre estuvo un paso delante de los desafíos. Por eso cuando le preguntaron el 10 de noviembre de 1996 si había cumplido uno de sus sueños por debutar en la primera de Boca y nada menos que en la Bombonera, él respondió: “Pero yo ya había jugado acá, con la reserva”. Con Carlos Bilardo como DT y tras el triunfo ante Unión por 2-0 que lo tuvo como máxima figura, para Riquelme las acciones futbolísticas eran normales. Lo que no sería normal es todo lo que vino después.
Riquelme en la Libertadores 2007Porque Riquelme, que jugó 388 partidos, anotó 92 goles y conquistó 11 títulos con la camiseta xeneize, primero fue el enganche que hacía de nexo para que la delantera entre Guillermo Barros Schelotto y Martín Palermo explote de goles (en el primer Boca de Bianchi) y terminó retirándose jugando casi como extremo izquierdo, en una zona intermedia entre laterales y defensores centrales para que sea más difícil marcarlo. Pero desde ese sector seguía haciendo de las suyas y ganando infracciones para, desde allí, ejecutar los tiros libres directos, otra de sus especialidades. Como jugador fue incuestionable, resaltaba porque cuanto más difíciles eran los partidos mejor jugaba, no le quedó título sin ganar en el ámbito sudamericano y a nivel mundial entre clubes, aunque hubo entrenadores como Marcelo Bielsa o Louis Van Gaal que priorizaban otro tipo de característica de futbolista para completar sus equipos. Lo que hizo en Argentinos Juniors, Barcelona y Villarreal llevó también su sello, tanto como las participaciones en la selección mayor y aquel equipo que compartió con Lionel Messi para ganar los Juegos Olímpicos de China 2008, bajo el mando de Sergio Checho Batista.
El “Torero” actual, más vinculado con los palcos que con los campos de juego, andaba en la disyuntiva hace tiempo: “Por un lado me gustaría hacer la despedida, pero por otro lado la quiero patear para más adelante porque ahí sí… sería la última vez que me vista como jugador”. El principal factor, se cree, es que hasta ahora no la había hecho porque sigue pensando como futbolista. Incluso en su rol como vicepresidente de la entidad de la Ribera se siente más jugador que dirigente. Y así buscó mantener vigente la influencia con los planteles y entrenadores, desde el vestuario. Tal fue así que, por momentos, en su afán por defenderlos públicamente, llegó a poner a los actuales conjuntos dirigidos por Sebastián Battaglia y Hugo Ibarra por encima de los que habían estado entre 1998 y 2000 bajo el mando del Virrey.
Ahora como dirigente también suele meter amagos y gambetas de aquel “Torero” que llevaba puesta la camiseta 10. Sin ir más lejos, jugó incluso al misterio para confirmar la fecha del partido despedida. Si las elecciones no fueran a fin de año y su triunfo electoral no estuviera en discusión, ¿también el ‘Riquelme-dirigente’ habría empujado al ‘Riquelme-jugador’ a hacer ahora su merecido homenaje?
Paradojas del destino, Riquelme invitó para su despedida a dos entrenadores que les dio la chance de dirigir a Boca y también despidió (Battaglia e Ibarra) y el tan postergado evento termina cayendo en una fecha incómoda, por la reciente goleada de Godoy Cruz por 4-0, una noche que terminó siendo tan larga que arrancó en Mendoza y finalizó en el predio de Ezeiza con el reto de Riquelme a un plantel que convive con el “desconcierto”, palabra que utilizó Jorge Almirón para definir el momento.
En el Consejo de Fútbol se habla de acertar sobre los próximos refuerzos para darle un salto de calidad al equipo, pero hasta el momento ni siquiera hay rumores sobre posibles arribos para Boca. No sería la primera vez que, esquivando el lienzo, Riquelme sorprenda.
El ‘Riquelme-dirigente’ necesita del ‘Riquelme-jugador’ para volver a encauzar los ánimos futbolísticos. El 10 sabe que la “temperatura” electoral de fin de año estará marcada por el camino recorrido hasta aquí en estos tres años y medio de su gestión, pero también con lo que suceda en la recta final. Con River siempre en el espejo, el futuro de Boca en la última Copa Libertadores de este primer mandato suyo y cómo mida el socio que se gestionó el inminente mercado de pases para hacer más real el objetivo, podrán ser tan trascendentales como las ovaciones que le den este domingo. El ‘Riquelme-jugador’, el “Torero”, se las había ganado hace tiempo. Al ‘Riquelme-dirigente’ le queda todavía su jugada más desafiante.