Cristina, vencida por mequetrefes: qué cruel es el destino
Antes de que se conociera el dramático giro de anoche yo había escrito que, con la designación de “Wado” y Manzur, Cristina había hecho una fórmula para perder. ¡Pero nunca pensé que iba...
Antes de que se conociera el dramático giro de anoche yo había escrito que, con la designación de “Wado” y Manzur, Cristina había hecho una fórmula para perder. ¡Pero nunca pensé que iba a perder antes de las elecciones! Impresionante: le bajaron su nuevo invento, coronaron a dos candidatos no kirchneristas (incluso antikirchneristas, desde ahora) y, lo más cruel, la bajaron a ella. Casi que hay que empezar a hablar de Cris en pasado, porque además los que encabezaron el asalto al Senado para tachar la fórmula que Cris había escrito son los gobernadores Gerardo Zamora, de Santiago del Estero, y Raúl Jalil, de Catamarca. No es un error de tipeo: la rebelión contra el dedo de la vice fue obra de dos provincias políticamente irrelevantes y de dos tipos a los que hay que googlear para ver quiénes son.
Mucho peor: a Massa se lo puso el peronismo, y a Rossi, Alberto Fernández. Alberto, el presidente emérito, el títere, el “mequetrefe” –en la jerga de La Cámpora–, de pronto se levantó de sus cenizas, agarró el celular, le hizo una videollamada a Cristina después de meses de total incomunicación y, apenas atendió ella, le dijo todo lo que tenía para decirle: se le rio un buen rato en la cara. Mi ciela, qué duro debe haber sido eso: ser bardeada por el profesor. Profesor, no sea usted tan perverso: la señora le dijo usara la lapicera, no el teléfono.
No sé si vieron la foto de Máximo cuando dejaba anoche el Senado. Por Dios, qué caripela. Todo vestido de negro, con una cap también negra que le tapaba los ojos, la cabeza gacha, parecía marchar al patíbulo. Lo vi tan mal que en ese mismo momento le puse un whattsapp: “Maximito, fuerza. Agarrá dos bolsos y andá a esconderte a Santa Cruz”. Siempre tan susceptible, reaccionó pésimo: “¡Che, no te hagás el vivo con lo de los bolsos!”.
Las mismas penurias estará viviendo Wado: su sueño de ser candidato presidencial duró eso, lo que dura un buen torre. Qué picardía, con los equipos que armó, con la plata que gastó, con la gente a la que verseó. Me cuentan que su spot de presentación oficial, lanzado anteayer en modo Hollywood, enseguida tuvo millones de views… básicamente porque él no paraba de verlo. El peronismo no tardó nada en dinamitar su candidatura con el argumento que le presentaron Zamora y Jalil a Cristina: “Buen pibe, prolijo, pero no lo juna nadie”. Después se animaron y hundieron el cuchillo: “Vos decís que es un hijo de la generación diezmada. Diezmada de candidatos si tenemos que recurrir a él”. Es cierto que pasar de la mítica K, sinónimo de poder y fortuna, a la desvaída y extranjerizante W, que solo se usa en palabras originarias de otras lenguas, supone un dramático descenso a las zonas menos glamorosas del abecedario político.
A Massita, chapeau, se salió con la suya. No será un himno a la coherencia, tendrá la credibilidad de un vendedor de autos usados, de la inflación ni hablemos, pero puesto a rosquear y a hacerse ver como alguien necesario, Ventajita es un artista. Va a encarar la campaña con un buen respaldo financiero: su gente viene acumulando dólares desde hace meses gracias a los permisos de importación. En las horas aciagas en las que el candidato parecía ser Wado, Sergio, la suma del resentimiento, pensó en qué destino podía darles a esas divisas: fugarlas al exterior, o fugarse con ellas, o poner una cueva en la City, o, como vendetta a los Kirchner, aparecer en un video contando money en un departamento de Puerto Madero. O acaso renovarle el vestidor y el alhajero a Malena, porque de alguna forma había que compensarla: hace rato que se venía haciendo los rulos. Por suerte, nada de eso hizo falta. Toda esa millonada será volcada en el país: cuando Massita está en busca de poder no repara en gastos.
Por Juan Manzur, otro ahorrista compulsivo, siento verdadera pena. Siempre el éxito se le escapa entre los dedos. Duró un suspiro en la Jefatura de Gabinete, gestión que asumió con impronta castrense: llegaba a las 6 de la mañana; “al pedo, pero temprano”, se reía de sí mismo. Tras ese fracaso fue candidato a vicegobernador de Tucumán, incluso organizó el programa de asistencia directa al votante –dicho en tucumano, “plan platita dulce”–, hasta que cayó víctima del lawfare de la Corte. Ahora compartió fórmula con Wado poco más de un día. Los memes no perdonan: ya lo llaman “Juan el efímero”.
Sobre los acontecimientos de Jujuy me gustaría decir que este gobierno no se preparó para gobernar, pero sí se entrena para ser oposición. Un kirchnerismo opositor no puede dejar de tener un delivery de 500 tipos entrenados en insurgencia urbana. En la asonada de esta semana se vieron algunos desajustes: mochilas con millones de pesos, whatsapps incriminadores, porteños disfrazados de coyas, camiones con mano de obra contratada en Bolivia, una chica que se autolastima sin percatarse de que la estaban filmando, incendios que se apagan… Al gobernador Gerardo Morales le sirvieron en bandeja la represión a una task force de forajidos: la plataforma soñada para el anuncio de su candidatura a vice de Larreta. Muchachos, tienen que ser más profesionales. Tomémoslo como un ensayo: van a tener cuatro años para afinar esta modalidad de democracia directa, que se expresa en las calles y en las plazas. Así fue en el origen. Quién iba a decirlo: Atenas como fuente en la que abreva el kirchnerismo salvaje.
En Chaco las cosas no van bien: asistimos al espectáculo atroz de una madre que acusa a su hijo, y del hijo que acusa a su madre. Ahí la inspiración no es tan remota: Cristina y Alberto.