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El desafío de la delincuencia en la era de las nuevas tecnologías

En la era de las nuevas tecnologías, la delincuencia ha encontrado formas innovadoras de cometer delitos, lo que exige respuestas inmediatas por parte de los Estados latinoamericanos. Es crucial q...

En la era de las nuevas tecnologías, la delincuencia ha encontrado formas innovadoras de cometer delitos, lo que exige respuestas inmediatas por parte de los Estados latinoamericanos. Es crucial que se invierta en desarrollo tecnológico, así como en la formación y capacitación de equipos de analistas criminales para evitar el fracaso de la seguridad pública y de las investigaciones penales.

Este desafío requiere una inversión económica sólida, sostenida y constante, que se establezca como política de Estado a mediano y largo plazo, trascendiendo la agenda política de turno y evitando medidas espasmódicas que suelen tomarse en épocas electorales.

La recomendación surge de una charla informativa ofrecida por los miembros del Diplomado en Análisis Criminal de la Universidad de Belgrano, del cual tengo el honor de ser Director Académico. En dicha charla, compartimos nuestras experiencias y las herramientas técnicas utilizadas en el estudio de la delincuencia organizada transnacional y el terrorismo, en línea con el Protocolo de Palermo de la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional.

Además, hemos llegado a la conclusión de que las agencias estatales cuentan con un gran volumen de información, como estadísticas criminales y encuestas de victimización, pero carecen de equipos de analistas criminales suficientes para identificar y visualizar problemas e incidentes delictivos. Nuestra experiencia en capacitación nos ha permitido constatar que muchas agencias ni siquiera cuentan con analistas criminales.

Cuando hablamos de prevención en seguridad, resulta fundamental establecer un paralelo con la medicina. Por ejemplo, una gripe afecta el funcionamiento normal de una persona en ciertas épocas del año y se previene mediante una vacuna o se trata con un medicamento. Sin embargo, a diferencia de la gripe, el crimen organizado es constante, penetra en el tejido social, crece, se desarrolla y se multiplica. Lamentablemente, observamos que no se está previniendo ni combatiendo adecuadamente este fenómeno. Por el contrario, algunos miembros del crimen organizado buscan cooptar partes del Estado a través de políticos, jueces, fiscales, policías, militares y activistas de ONGs, recurriendo a argucias y falsedades.

Si bien ciertos adelantos ayudan en la lucha contra el delito (el uso de cámaras, por ejemplo), el avance de la tecnología informática, las redes sociales, los dispositivos móviles y los drones ha dejado obsoletas las aspiraciones de éxito en seguridad pública para prevenir la violencia y los delitos. Además, obstaculiza las investigaciones orientadas a detectar grupos delictivos organizados, como la banda de Los Monos, el narcotráfico, la trata de personas, el cibercrimen y la corrupción, entre otros.

En el siglo XXI, estos grupos se han convertido en actores geopolíticos y políticos con tentáculos que se infiltran sigilosamente en diversos sectores públicos y actividades privadas para el blanqueo de dinero de origen ilícito.

Preocupa la existencia de Estados que establecen alianzas con estos grupos, ya sea abiertamente o de manera encubierta, brindándoles apoyo, incitación o financiamiento.

Esta situación convierte la inoperancia oficial en un ambiente propicio para el desgobierno, la desestabilización y la compra de voluntades, lo que amenaza la democracia como sistema de gobierno y pone en riesgo la independencia del Poder Judicial y las libertades individuales. Una vez alcanzado este primer objetivo, el siguiente paso es buscar reformas constitucionales o legales para consolidarse en el poder como partido único e invocar el derecho de autodeterminación de los pueblos, basándose en recomendaciones de organismos internacionales, y así dar paso a la persecución política de opositores y medios de comunicación independientes.

En conclusión, es fundamental que los analistas criminales se formen para interpretar, integrar, analizar y difundir información oportuna en defensa de las verdaderas instituciones democráticas.

Coordinador de la Diplomatura en Análisis Criminal y colaborador del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Belgrano

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/el-desafio-de-la-delincuencia-en-la-era-de-las-nuevas-tecnologias-nid12072023/

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