Por qué los europeos son fuertes favoritos a dominar el Mundial de Francia 2023
Habrá que esperar hasta fines de octubre, cuando concluya la Copa del Mundo, para comprobar si la tendencia de cambio de orden que se viene dando en el rugby internacional, con el Norte mejor para...
Habrá que esperar hasta fines de octubre, cuando concluya la Copa del Mundo, para comprobar si la tendencia de cambio de orden que se viene dando en el rugby internacional, con el Norte mejor parado que el Sur, se termina concretando y si un europeo acaba con la sequía que arrastra desde 2003 y que tiene un único capítulo, la conquista de Inglaterra. El resto de la historia ha sido una apabullante hegemonía de los tres grandes del Sur, que llevan ganados 8 de los 9 torneos disputados hasta ahora.
¿Qué está ocurriendo? Las últimas ventanas internacionales en 2021 y 2022 arrojaron victorias de Francia e Irlanda sobre All Blacks, Australia y Sudáfrica; incluso Italia superó a los Wallabies. Y el Mundial M20 que se está jugando en Sudáfrica también es un botón de muestra: tres europeos (Francia, Inglaterra e Irlanda) coparon las semifinales y del lado de la Sanzaar sólo llegó el local, pero luego de perder en la ronda clasificatoria con Italia y dejando fuera a Georgia recién por sistema de desempate.
Como nunca, los europeos son candidatos fuertes a ganar el Mundial. Si el sorteo del cuadro se hubiera armado de otra manera, hasta podrían jugar, por nivel, una hipotética final. Hay una primera lectura del por qué de ese cambio de tendencia. La pandemia terminó con el Super Rugby tal como se lo conocía y, con ello, estropeó la competencia interna entre los países de la Sanzaar.
Nueva Zelanda, el indiscutido rey y siempre candidato por más golpeado que esté, está atravesando el momento más traumático de las dos últimas décadas. Irá al Mundial con un entrenador que ya sabe que no seguirá luego. Además del dinero japonés que se lleva a varias de sus figuras, está claro que hacer jugar a sus franquicias sólo entre ellas y con las australianas no le viene dando resultados.
Australia se acopló al Super Rugby Pacific, pero sus equipos no muestran evolución y son superados claramente por los neozelandeses. Crusaders volvió a ser el campeón. Sudáfrica, en tanto, mandó con buen resultado a sus franquicias a competir con los europeos. Argentina, se sabe, quedó más aislada y se cobijó en una competencia regional, que el tiempo dirá hasta dónde le sirve.
En cambio, la competencia es cada vez más poderosa en Europa, especialmente en Francia, donde el dinero brota para llevar al Top 14 a figuras de todos los países. Irlanda, con su sólida estructura de aporte a la selección de los dos grandes, Leinster y Munster, creció notablemente y llega con sueños concretos de poder atravesar por primera vez el Rubicón de los cuartos de final.
También creció Italia, sobre todo en juveniles, con el gran trabajo de un argentino, Germán Fernández. Ahora llega para los mayores otro argentino, Gonzalo Quesada, que tiene la experiencia y la capacidad para llevar a la Azzurra a niveles nunca alcanzados.
Vayamos a Georgia, un caso que posee un sello compartido sólo con los Pumas: todos sus jugadores son nacidos en ese país. Georgia, históricamente ninguneado por los poderosos de Europa (no le dejan ni asomar la nariz al 6 Naciones), viene dando importantes señales de crecimiento en serio. Hay un primer motivo: el rugby se transformó en una cuestión de Estado en esa nación de la ex Unión Soviética.
En su fabuloso libro “El Imperio”, el maestro de periodistas Ryszard Kapuscinski, escribe que de Georgia sale el mejor coñac, porque tiene “vino, sol, madera de roble y tiempo”. En Georgia también se bebe rugby. Los estadios se llenan cada vez que juega su selección. Hay un gran trabajo en Juveniles. En este Mundial M20, le ganaron con autoridad a los Pumitas, dejándolos en 0, y casi sacan al local. Irán en busca de un histórico quinto puesto. Y, además, será el único país al margen de los grandes, que tendrá un árbitro en la Copa del Mundo de Francia: Nika Amashukeli. Es un ejemplo a mirar. Quizá se adose, en otra escala, al cambio de mando en el rugby internacional.