¿Qué falló en Uruguay para quedarse sin agua potable teniendo el río más ancho del mundo?
MONTEVIDEO.- Construida de cara un río ancho como el mar, asentada sobre un acuífero que es orgullo nacional y con ríos internos que riegan su penillanura levemente ondulada, la Banda Oriental ...
MONTEVIDEO.- Construida de cara un río ancho como el mar, asentada sobre un acuífero que es orgullo nacional y con ríos internos que riegan su penillanura levemente ondulada, la Banda Oriental no tuvo mayores preocupaciones por el agua, ni mayores previsiones. Las inversiones priorizadas estuvieron en energía, telecomunicaciones, red vial, combustibles, otros sectores, pero no el agua.
En la raíz del caso, los aguateros resistían obras que afectaran su negocio, hasta que en 1867 el gobierno del Uruguay hizo un llamado para dotar de un servicio de agua permanente a Montevideo y fueron dos argentinos y un uruguayo los que ganaron la concesión para el suministro de agua por tuberías a la capital. El año siguiente comenzó la construcción de una usina de bombeo a vapor, una tubería de casi 60 kilómetros y la instalación de tres fuentes -en plazas montevideanas- que recibían el agua para los vecinos en la ciudad.
En un año especial para los uruguayos, por el triunfo y hazaña futbolística (Mundial de Maracaná) nació “Obras Sanitarias del Estado” (OSE), como ente encargado del suministro de agua potable a nivel nacional, que dispone de más de 70 plantas que potabilizan el agua. De todas esas, la más importante es la Planta de Aguas Corrientes, ubicada en el departamento de Canelones, a 50 kilómetros de Montevideo, donde se potabiliza el agua que abastece al área metropolitana. Eso es una población de cerca de 1.700.000 habitantes, del total de 3,5 millones a nivel nacional.
Nunca hubo problemas de abastecimiento, nadie se queja de la tarifa mensual del servicio y todos han elogiado la calidad del agua, que toman de la canilla, que usan para el mate, para cocinar, y que desperdician en tareas para las que no se requiere que sea potable, como limpiar veredas, lavar autos, regar jardines, entre otras prácticas.
Este 2023 se convierte en año de alarma por el agua y eso se ve en la calle con carteles en comercios que promocionan bidones de agua y en gente cargando fundas de botellas.
Tres años de sequía, la más larga y pesada de la historia del Uruguay, dejaron a Paso Severino prácticamente sin agua para sacar y eso llevó a que las autoridades decidieran combinar esa agua con la que comenzaron a extraer del Río de la Plata, pero eso supone combinar agua dulce con agua salada, y eso comenzó a notarse en el servicio.
A medida que el componente del Plata fue aumentando, el agua de la canilla fue saliendo más salada.
¿Por qué se llegó a esta situación límite?El Uruguay no sintió como una prioridad la inversión en alternativas a Paso Severino y los proyectos quedaron esperando.
A mitad de 2016, el gobierno del izquierdista Frente Amplio presentó un proyecto para nueva represa sobre el Santa Lucía, con apoyo de fondos de la Corporación Andina de Fomento y la Unión Europea. La ministra de Vivienda de entonces, Eneida de León, anunció que esa infraestructura permitiría continuar asegurando las condiciones de calidad del agua.
Pero el avance fue lento, y cuando terminó el gobierno, el presidente saliente, Tabaré Vázquez, entregó a su sucesor Luis Lacalle Pou el proyecto de “Represa Casupá”, como nuevo embalse en el arroyo de ese nombre, afluente del Santa Lucía Grande, para tener como reservorio del sistema de potabilización de agua.
Lacalle Pou impulsó un ambicioso plan que tenía impulso de inversores privados, para concretar una planta potabilizadora sobre el Río de la Plata al oeste de Montevideo. “El Proyecto Arazatí será la inversión más grande de la historia en infraestructura para agua potable”, dijo el actual presidente al dar impulso a ese plan, que ha sido resistido por el sindicato de funcionarios que reclama la estatización total del servicio, en aplicación del resultado de un plebiscito de 2004.
En noviembre del año pasado, pese al rechazo de oposición por involucramiento de privados, el gobierno anunció que “después de una larga peripecia el directorio de OSE ha aprobado el proyecto Arazatí” para “la construcción de infraestructura para potabilizar agua y una inversión de 200 millones de dólares, que podría alcanzar los 500 millones cuando se apruebe el plan de saneamiento para 60 localidades”.
Pero la situación de sequía se agravó en el verano con costo millonario alto para el sector agropecuario primero y con amenaza al servicio de agua potable después.
El otoño mostró la peor cara de la falta de lluvias con un Paso Severino que se fue vaciando de agua y obligó a extraer agua del Plata, sin poder evitar el alto componente de sal.
Autoridades de OSE coinciden en que si se hubiera concretado el plan del gobierno anterior con nueva planta en Santa Lucía, eso no hubiera sido suficiente para superar este problema.
Arazatí aparece como solución para el futuro, cuando este hecha y luego operativa, pero ahora se trabaja en fuentes alternativas, en búsqueda de agua en pozos y con la expectativa de que finalmente comience a llover. Los meteorólogos, como el pronosticador Nubel Cisneros, no ven en sus modelos que aparezcan lluvias significativas en lo que resta del año como para revertir el problema.
Mientras se discute por la falta de previsión histórica o por dejar el agua fuera de las prioridades, algunas radios musicalizan el tema con una canción de Leo Masliah de principios de los años 80, cuando el agua potable era abundante, pero él cantaba: “Agua podrida cuajada cortada/ Agua podrida habitada poblada / Agua podrida, agua podrida / Agua podrida corriendo despacio / Agua podrida criando batracios / Agua podrida, agua podrida …”.