River repitió la fórmula de los volantes y cayó en la trampa: las variantes y lo que Martín Demichelis no quiso ver
River se convirtió en un buen equipo. Un equipo de volantes: marcan, llegan, tocan, convierten. El conjunto millonario, de a ratos, juega (muy) bien. Le falta pimienta, malicia en el arco rival: a...
River se convirtió en un buen equipo. Un equipo de volantes: marcan, llegan, tocan, convierten. El conjunto millonario, de a ratos, juega (muy) bien. Le falta pimienta, malicia en el arco rival: allí donde se definen las historias. Ópticamente, (casi) siempre destroza a sus adversarios. Los maniata. El 0 a 0 contra San Lorenzo es un símbolo de todo lo que puede jugar... y todo lo que puede sufrir, si el rival es rústico, pegajoso, si no lo deja pensar, respirar.
Sigue primero con cierta comodidad, pero se llevó del Nuevo Gasómetro un nuevo mensaje: si el equipo de gala, el de los mediocampistas, cae en la trampa de la jaula (como un pájaro encerrado, desesperado por la libertad, que choca de frente), algo debe transformar. Cambiar drásticamente, aún sin quebrar su esencia. Es la primera vez en todo 2023, en todas las competencias, que no marca un gol. Un solo gol.
River prende el motor, pone primera, pone segunda, pone tercera. Tiene potencial para volar. Camina, corre. Y choca. Contra equipos como San Lorenzo, sobre un césped desparejo, con sabuesos juveniles comiéndole los talones, entra dócilmente en la cárcel azulgrana. Los volantes se chocan: Barco, De la Cruz, Nacho Fernández, todos parecen jugar de lo mismo. Beltrán retrocede, Aliendro se sube: se contraponen las funciones. Imaginación recortada.
¿Qué hacer? Es una buena pregunta que debe hacerse Martín Demichelis. Si algo no funciona (desde los primeros 20 minutos, se vio que el desarrollo iba por ese carril), hay que romperlo. Otro delantero de área (Miguel Borja debió ingresar mucho antes que los últimos 25 minutos, cuando fue expulsado el Perrito Barrios), apostar a los centros, abrir aún más la cancha. Si Pablo Solari no arranca por la derecha (Braida tuvo un partido memorable), correrlo al otro sector. No se trata de reemplazar la vocación ofensiva, el juego exquisito de los mediocampistas que suelen ser una delicia. Se trata de encontrar fórmulas para hallar respuestas. San Lorenzo le lanzó una invitación al futuro: le va a volver a pasar. También, en la Copa Libertadores.
“Fue un partido difícil, trabado. Se metieron atrás, no encontramos los espacios. Es un punto de visitante, trataremos de definirlo en casa. Buscamos ir por afuera, pero no encontramos los espacios. No pudimos resolverlo. Somos un equipo que va siempre al frente, Batalla hizo su show acá. Tuvimos algunas situaciones, pero no pudimos. Era difícil, la cancha estaba difícil. En el Monumental el césped está más parejo”, se lamentó Nacho Fernández, una de las víctimas del sistema. Un volante sobraba.
Augusto Batalla le dio un abrazo luego del combate. Y apuntó a los recuerdos. “Es un amigo que me quedó en el fútbol en los momentos difíciles. Las diferencias son grandes, nosotros somos un grupo de jóvenes con hambre. Hacemos cosas que hay que hacer... Con Bareiro de doble cuatro, con Leguizamón de doble tres... Necesitamos reforzarnos, la parte de la dirigencial tiene que hacer su parte... Son muchos chicos, me da orgullo, pero si queremos seguir creciendo, debemos tener algo más. Y no sé que va a ser de mi futuro”, apuntó el arquero, entre el pasado y el futuro.
Y siguió, con la convicción de que no sufre un gol en su casa desde septiembre del año pasado: “Fue difícil mantener el invicto. El césped no está de la mejor manera, tiene razón Nacho, lo dije dos o tres semanas atrás. Le pusimos una garra enorme, esa es nuestra bandera. Lo hacemos con este corazón, pero tenemos que apuntar a crecer. Todo lo que pasó en la cancha queda ahí. Ya vamos a encontrarnos a comer un asado, tomar un vino y darnos un abrazo”, comentó, con una sonrisa.
Demichelis creó una bella sinfonía. A veces, sin embargo, la batería debe romper la delicadeza de las guitarras. Transiciones más rápidas, evitar el embudo, escapar al embrollo del medio. Salir, volcarse a los costados. Tirar centros, aún si no es parte de la idiosincrasia. Un plan B. “Con los cinco volantes intentamos buscar mayor equilibrio cuando tenemos la pelota y también cuando la perdemos. Entendí que debíamos juntar un volante más para sentirnos más cómodos”, contó tiempo atrás.
Aportaba De la Cruz: “Cuando jugamos con dos delanteros por ahí tenemos más poderío ofensivo, pero con cinco volantes pensamos en pisar más el área. Lo mostramos mucho este semestre y los volantes venimos metiendo goles”. Esta vez, le costó pisar el área con claridad. Y cayó River en la trampa de las rispideces, las provocaciones, más allá de que solo sufrió tres tarjetas. Pudieron ser más.
Lo mejor del partido“No fueron mejores que nosotros. Terminó 0 a 0. Fueron dos estilos diferentes. Supieron detener al mejor equipo ofensivo, que somos nosotros, según los números. Es un mérito”, comentó este sábado el entrenador, incómodo por el escenario. “A veces, hay que tener paciencia para poner herir. No pudimos hacer ese gol... se defendieron muy bien. No me conformo con el empate, el grupo no festeja absolutamente nada. Eso sí: el tercero de la liga quedó automáticamente afuera”, explicó el DT, que tiene variantes para romper ciertas reglas establecidas. Y no siempre significa quebrar los ideales.