Rottemberg. Un deseo, una ilusión, el nacimiento de una Matilda real y otra de ficción
No todas las grandes producciones tienen una historia detrás, una de esas que emocionan a quien se tope con ellas. Este es el caso de Matilda, el musical, estrenado hace unos pocos días en el Gra...
No todas las grandes producciones tienen una historia detrás, una de esas que emocionan a quien se tope con ellas. Este es el caso de Matilda, el musical, estrenado hace unos pocos días en el Gran Rex y que ya se convirtió en un éxito con una marca teatral histórica: llega, a una sola semana de su estreno, a las 50 mil entradas vendidas. Por supuesto, esto se logra a fuerza de un trabajo inmenso y los números son elocuentes: 18 meses de preproducción, 1000 menores inscriptos para las audiciones, 60 días de pruebas presenciales, 80 niños preseleccionados, 150 horas de entrenamiento intensivo a menores, 27 chicos elegidos para el musical (tres elencos de 9), 54 padres y madres, 400 horas de ensayo, 65 días ininterrumpidos de construcción escenográfica, 50 días de montaje técnico, 37 camiones, 150 luminarias móviles, 500 letras retroiluminadas, 54 micrófonos, 197 personas trabajando directamente para la obra, 124 personas en el backstage, 30 artistas arriba del escenario por función, 48 artistas totales conforman la compañía, 600 trabajadores indirectos, 35 cambios escenográficos a la vista del espectador, 245 cambios de vestuario, dos horas diarias de transformación para Tronchatoro, 30.000 mil entradas vendidas antes del estreno, 12.000 avioncitos de papel por semana, 79 Gran Rex a la venta. Números inusuales para una producción teatral de estos tiempos en Buenos Aires.
Laurita Fernández es la Señorita Miel; Agustín “Soy Rada” Aristarán, la tan temida directora Tronchatoro; José María Listorti y Fer Metilli, el señor y la señora Wormwood, los singulares, excéntricos, ridículos y por momentos odiosos padres de Matilda; Déborah Turza, la dulce bibliotecaria; Lionel Arostegui, el hermano bobo; y Emiliano Pi Álvarez. Todo bajo la dirección general de Ariel del Mastro y la producción de Carlos y Tomas Rottemberg, Valentina Berger de GO Broadway, Mariano Pagani de MP y Pablo Kohlhuber y Fernando Moya de Ozono Producciones, las productoras más importantes de la industria unidas por primera vez para llevar a cabo esta mega producción. Pero hay más, mucho más. “Si alguna vez quedase embarazada de una niña la llamaría Matilda”, dijo Karina Pérez Moretto, la compañera de vida del productor Carlos Rottemberg.
Corría 2013: Carlos y Karina viajaron a Londres, entre otras cosas, para ver teatro. Al salir del teatro Cambridge, luego de haber visto Matilda, el musical, Karina lanzó esa frase que marcaría el destino de los Rottemberg. “Karina tenía 41 años, yo 56; ambos la certeza de que hijos no íbamos a tener”, cuenta Rottemberg. “Por eso la sorpresa de aquella frase”. A partir de ahí hubo muchos tratamientos de fertilidad, angustias y ansiedad. Pero al final hubo recompensa y apareció el primer positivo. Un niño. Primero pensaron en el nombre Matías pero Karina seguía firme con la idea de su futura Matilda así que desistió. Pensó que dos “Matis” serían mucho y eligieron juntos el nombre Nicolás. Apenas un par de años más tarde llegó el segundo positivo y fue una nena. “Recuerdo que recibí el resultado por mail desde un taxi. Llamé inmediatamente a Karina para darle la novedad y ella me respondió: “tenemos a Matilda”.
Eso fue en 2018. Matilda nació el 9 de mayo de 2019. En el cuento no vuelve a aparecer el teatro después de aquella puerta del Cambridge en 2013. Después del nacimiento, a las 12.02, ya con la pequeña Matilda con Karina en la habitación, Rottemberg escribió su famoso tuit: “En 2013 vimos con mi mujer el musical Matilda en Londres. Al salir, aún bajo la marquesina, Karina dijo: ‘si alguna vez quedase embarazada de una nena la llamaría Matilda’. No tenemos los derechos del musical, pero sí, desde hace un ratito, a la protagonista”.
Por supuesto la vinculación de la familia Rottemberg con el teatro es casi una redundancia pero, en este caso particular, lo es de una forma superior. Habrá que esperar entonces hasta marzo de 2021, un año después del inicio de la pandemia que obligó a bajar los telones teatrales de una manera abrumadora. Sonó el celular de Rottemberg. Era la productora, Valentina Berger, que llegaba de Nueva York y quería reunirse con él. Carlos y Tomás Rottemberg la escucharon atentamente: ella tenía los derechos de Matilda. Estaba detrás de ellos hacía varios años, pero cuando leyó el tuit de Rottemberg no dudó que su familia debería ser parte de la producción que integraba junto a Mariano Pagani. Por supuesto, el sí fue rotundo. Con todos los temores, sin la masividad de la televisión detrás porque se trata de un musical basado en el libro homónimo de Roald Dahl y en un momento histórico que indicaba que había que guardarse en lugar de salir a invertir. “Por un lado teníamos el cartel en el Multiteatro de que bajábamos los telones para cuidarnos y que ya habría tiempo para el teatro y por el otro pensábamos en invertir una cifra nada usual para el teatro porteño para estrenar en el Gran Rex en junio de 2023″. A la luz de los hechos, la decisión estuvo perfecta. No era fácil pensarlo ni proponerles a los dueños del Gran Rex esta megaproducción que requería abrir el teatro de miércoles a domingos, con dobles funciones, como terminó sucediendo. Pero lo lograron.
“Luego de la función de prensa mirando la inmensa cantidad de gente que había venido, tuve la sensación de que este estreno inauguraba de alguna manera el fin de la pandemia porque era imposible de pensarlo, de embarcarse en algo semejante cuando recién estaba empezando a aplicarse, en marzo de 2021, la primera dosis de la vacuna anticovid”, repasa Rottemberg, recordando el desconcierto con el que lo miraron los dueños del Gran Rex cuando él les contaba del proyecto inmenso. Es la primera vez en la historia que las 28 puertas del Gran Rex se le otorgan a una compañía: de punta a punta, los carteles de Matilda están presentes. Es la primera vez también que los vidrios del Gran Rex llevan el nombre de este musical y tiene que ver con una apuesta que se hizo cuando no había que hacerla; y tiene que ver, en definitiva, con esta convicción de la defensa del teatro. “El mensaje de Matilda es otra de las cosas que nos obligan a recuperar lo que era el mejor teatro para la familia. De todos modos, no lo recomendamos para chicos menores de seis años porque, dentro de la honestidad del planteo, no me da lo mismo vender entradas por vender y que venga un chico de tres años y que se asuste con la historia que por momentos es cruel. Que conozca a esos padres y no pueda entender lo irónico de los personajes. Más allá de que mi Matilda, que tiene cuatro, va en horario diurno porque tiene muy internalizada la historia. Pero no es para chicos menores a primer grado. Cuanto más grandes mejor. Es un espectáculo de seis a 99 años”, recalca Rottemberg.
La escuela MatildaOtra de las dificultades superiores de este musical es que tiene en su elenco a muchos niños y niñas. A cargo de este grupo de talentos está Marcelo Caballero, el director de actores y el encargado de llevar adelante esta historia sobre una niña muy inteligente, enamorada de la lectura a la que le encanta inventar historias como escape de la realidad familiar asfixiante, opresiva e indiferente. Su llegada a la escuela de la aterradora directora Tronchatoro es fruto de una decisión de sus odiosos padres. Ya en la escuela, y con la ayuda de la Señorita Miel, Matilda empezará un nuevo camino lleno de experiencias.
“Empezamos a trabajar hace más de un año en el proyecto. Lo primero que hicimos fue ir al material de base y ver cómo se había desarrollado en distintos países –cuenta Caballero–. Se trata de un elenco en el que la mitad lo forman adultos y la otra, niños. La indicación desde el texto es que los personajes tienen entre cinco y seis años porque están empezando la escuela primaria. Comenzamos con la investigación, vimos que en otras partes del mundo habían tomado la decisión de ir por niños casi adolescentes, apoyándose en la convención teatral. Pero para nosotros no se contaba así lo mismo porque la distancia etaria entre Matilda y ese grupo de chicos que desarrollan esa revolución en la escuela de Tronchatoro, una directora que es casi militar, no solo tiene que ver con la edad sino también con el tamaño”.
Y entonces comenzó la búsqueda nada sencilla de los 27 niños. Es que si bien en la obra son nueve tiene que haber tres elencos rotativos por tratarse de menores de edad. Las primeras audiciones fueron por video para poner foco en esa búsqueda etaria y corroborar si en el país contaban con los suficientes talentos. Sí. En esa primera recibieron a casi mil inscriptos, vieron uno por uno, hicieron un primer filtro. De ahí pasaron a la primera etapa presencial a la que asistieron unos 300 chicos. En esta etapa, los niños pasaron por tres instancias de igual importancia: teatro, canto y danza. “Y ahí sorpresivamente nos encontramos con que había chicos mucho más preparados de lo que nosotros creíamos. Quizá no estaban en el mismo nivel con teatro, canto y danza pero tenían una de las patas muy fuertes y las otras bastante desarrolladas así que eso también no solo nos indicó que íbamos por buen camino sino que también nos prendió la llamita de que lo teníamos en mente estaba cerca”, relata Caballero.
De aquellos 300 quedaron 150 que tenían unas características mínimas e indispensables para poder transitar la obra. “Volvimos a citarlos y ahí quedaron los 60 chicos que fueron a una instancia de formación. Nos teníamos que quedar con 27 chicos al final, dentro de los cuales estaban las tres Matildas. Y esta obra tiene una característica fundamental: es la única de este formato que tiene como protagonista absoluta a una niña de 10 años aproximadamente y que está en el 95% de la obra en escena, amén de los otros chicos que también tienen un protagonismo muy importante dentro de la obra, que son los compañeros y compañeras de escuela de Matilda”.
Con los 27 elegidos comenzó el desarrollo de esta idea de escuela, mucho más amable y divertida, por supuesto, en la que durante tres meses, cinco horas por día y en el Multiteatro, los niños tuvieron clases de entrenamiento en actuación, danza y canto para llegar preparados al primero de junio de 2023, fecha prevista y mantenida para el estreno cuando dos años antes comenzó a tomar forma el proyecto.