Gracias al olfato de Canela, la perra antinarcóticos del Escuadrón La Quiaca de la Gendarmería, fueron secuestrados casi cuatro kilos de cocaína en un ómnibus de larga distancia. El procedimiento tuvo una particularidad: la droga no estaba toda junta, sino que la tenían distintos pasajeros. Uno de ellos había ingestado casi un kilo de estupefacientes fraccionados en 98 cápsulas que debió expulsar en un hospital. Y dos mujeres había ideado un curioso método para esconder dos “ladrillos” con la sustancia: les habían colocado imanes para pegarlos debajo de sus asientos.

Fue el último fin de semana, durante uno de los habituales controles de la Gendarmería sobre la ruta 9, cerca de La Quiaca. En el kilómetro 1873, mientras revisaban un ómnibus de larga distancia, algunos pasajeros comenzaron a inquietarse porque el operativo se extendía más de lo usual.

Canela se puso inquieta tras olfatear unas butacas. Los gendarmes obtuvieron la autorización de la Unidad Fiscal de Jujuy para ampliar la inspección. Se les pidió a dos pasajeros que fueran testigos hábiles de la requisa. La perra se acercó a dos mujeres, una de nacionalidad boliviana y la otra, peruana; ambas fueron palpadas y sus bolsos, inspeccionados, sin que apareciera nada ilegal.

Pero, tras revisar un poco más, los efectivos encontraron dos ladrillos de cocaína debajo de los asientos; habían sido ingeniosamente escondidos, adheridos por medio de imanes a la estructura metálica de las butacas, del lado de abajo. Los paquetes rectangulares contenían un total de 2,794 kilos de cocaína.

Pero el procedimiento no estaba concluido. La can antidrogas del Escuadrón La Quiaca se detuvo en un hombre de nacionalidad boliviana, que se puso visiblemente nervioso; rápidamente miró al oficial que sostenía a la perra y confesó que llevaba 98 cápsulas de cocaína en sus entrañas.

Ante esa novedad, el pasajero fue trasladado al hospital de Abra Pampa, donde una radiografía reveló la presencia de los pequeños bultos en su estómago, por lo que se lo llevó de urgencia al Hospital Dr. Uro, en San Salvador de Jujuy, donde se lo sometió a un procedimiento para que expulsara las cápsulas, que contenían 1,010 kilos de cocaína.