Cada día se nota más en la sociedad la falta de tolerancia y de respeto para con los demás. Quizás las razones son inexplicables, pero todos en algún momento han cruzado el límite de la cortesía y han agredido al otro. Algunas veces sin intención.
El respeto debe ser un valor, según los expertos, infundido desde la infancia, que al contrario de ser conceptual es un hábito que se debe poner en práctica a diario. Aunque muchos recibieron la lección de sus padres, es cumplirlo con el prójimo, por eso siempre se debe buscar conocer la opinión, pensamiento e ideas de los demás.
La pregunta es ¿Por qué cuesta respetar las diferencias? El principal motivo, de acuerdo con los especialistas en sicología, es porque muchas veces las personas no logran tener el respeto hacia sí mismos, esto hace que sea imposible darlo a los demás. Otro motivo es debido al egocentrismo que los acapara, en el que persistentemente desean que su posición sea primero, sin importar lo que piensen o sientan los demás.
Los expertos consultados resuelven las inquietudes frente a este tema y dan algunos consejos para evitar caer en faltas de respeto o intolerancia con sus familiares, amigos o conocidos.
Primero respétese usted
Dora Herrera, Facilitadora de Desarrollo personal, opina que la principal razón por la que cuesta respetar la opinión de los demás es porque no se respetan a sí mismos.
“Este es un valor, una virtud, que para saber qué es, debo iniciar por mí. Simultáneamente adquiero capacidades de respeto al otro y los otros. No solo la opinión sino el sentimiento. Una vez que comprenda esto, empiezo a saber que debo escucharme y escuchar, lo autocontrolo, conozco mis límites, asumo una actitud de respeto, la proyecto a los demás y valoro a los que me rodean”, puntualiza la Facilitadora.
PREGUNTAS Y RESPUESTAS - Según Los profecionales
Freddy Hernando Cristancho
Sicólogo social
¿Por qué cuesta respetar las diferencias de los demás?
Siempre que tratemos temas sociales debemos tener en cuenta el contexto social al cual pertenecemos, esto no quiere decir que nuestros principios sean marcados por un espíritu egocéntrico que impide aceptar la opinión de otros de forma responsable y respetable, pero si se basa en el poco espacio que le dedica la sociedad en valores como el respeto, la humildad, la tolerancia, el derecho a escuchar y a ser escuchado sobre un parámetro de igualdad. Nuestra sociedad está inmersa en una escala muy alta de generación de violencia, donde impera la ley del más fuerte o del menos débil por llamarlo de alguna forma.
¿Por qué cuando se quiere tener la razón de opinión y pensamiento, se acude a emanar poder?
Esos mecanismos que son extremos sugiere que quien los dice posee la verdad absoluta, según su propio criterio y los defiende a costa de lo que sea, basado tal vez en su creencia, su experiencia, su imagen de poder o su estatus, o tal vez porque su formación mental le impide aceptar la opinión de otros. Basta llegar a internalizar en nuestros pensamientos la premisa de que ‘nadie tiene la razón verdadera’, para desmontar la creencia de que las cosas se hacen o se dicen de acuerdo con una postura particular.
¿A qué se debe que se tenga menos tolerancia cuando no se le da la razón?
Existen tres verdades: la verdad del uno, la verdad del otro y la verdad. Extraña dicotomía, pero con un sabor a imperfección que le cae muy bien a muchos seres humanos que se sienten absolutos e intocables. Se debe la minimización de la tolerancia precisamente al sometimiento de la verdad absoluta, a sentirnos impotentes ante una postura o un hecho que asumimos de forma diferente.
Juan Gabriel Sánchez
Sicólogo
¿Por qué cuesta respetar la opinión de los demás?
Aunque el respeto es un valor que se aprende en casa, es muy difícil para los seres humanos hacerlo con los otros. Si desde niños no aprendemos a respetar al otro en sus pequeñas diferencias, es complicado hacerlo con todo lo que nos rodea. Se termina teniendo una posición egoísta, siempre seré primero yo y no me importan los otros. Cuando ese principio ético se asume, respetamos, entendemos y comprendemos la palabra, diferencias y propiedades de los demás.
¿Es posible combatir los prejuicios y aceptar las diferencias de opinión, de palabra pensamiento y de género del otro?
Es muy posible entrenarse en eso y aprender. A los niños les es más fácil, ellos tienen una edad en la que son egocéntricos, es normal y natural, pero debe aprender a manejarlo. El proceso es más complicado cuando se es adulto y no se adquirió ese valor. A veces se aprende ‘estrellándose’ con otra persona, con su propia realidad o por modelamiento.
¿Qué sucede con esas personas que se aferran a su pensamiento o criterio?
Hay que entender que estamos en un mundo plural en el que debo respetar y aceptar las ideas de los demás. Para un joven es más fácil, son más tolerantes y acceden a esos nuevos pensamientos, por su parte, el adulto en edad avanzada vuelve a esa terquedad de niño, a ese egocentrismo.
Esto es normal cuando está dentro del dialogo común, pero cuando busco defender mis ideas y pensamientos así deba morir o matar, se sale de eso normal. Lo importante es saber escuchar a los demás, sin pisotear el pensamiento o posición del otro.