Editorial/Cultura/Arte

Hacia el ecofeminismo o por qué las mujeres han decidido abrazar la Naturaleza en busca de respuestas

6 mujeres –artistas, diseñadoras, activistas...– y un colectivo femenino anónimo explican las razones de este fenómeno global

España: 21 de Noviembre 2019

Algo ha pasado para que, acercándonos a los 30, volvamos a consultar el horóscopo, un hábito que dejamos de hacer al terminar secundaria. Compañeras comparten en la redacción que sus amigas, cercanas a los 40, últimamente solo hablan de la carta astral, de la terapia Gestalt o de los dobles transgeneracionales. 

La fiesta a la que todo el mundo quiere ir en Barcelona muta según el signo del zodiaco del momento, la actriz Shailene Woodley, que continúa con su relación de ida y vuelta con Instagram, vuelve a la red social hace cuatro días con un post sobre los Escorpio; y la app Co-Star es el nuevo negro... o, quizás, lo sean las piedras minerales.

Ya habíamos asistido a la vuelta del tarot, de la figura de las brujas y del cannabis como tema de conversación entre mujeres (desde 2015 se escucha que Rihanna lanzará su empresa MaRihanna al mercado), por no hablar de los cosméticos con cáñamo que ya están en el mercado y de que ya se ha acuñado un término para aquellas personas que no consumen alcohol ni drogas, a excepción de marihuana, atención: Cali Sober. Mientras, Chelsea Leyland, otrora dj de moda en la escena londinense, se revela como activista del cannabis medicinal, y la estilista convertida en artista Yasmina Benabdelkrim crea instalaciones que son altares bajo el nombre de Altar Ego. Hay señales por todas partes.

Y el macroescenario es el de un problema de alcance global: la emergencia climática. En contra de lo que pueda parecer, este resurgir de la naturaleza como fuente de conocimiento y sanación no es un hype –pese a tener en las redes sociales su principal medio de difusión–, sino que es algo mucho más profundo: es el planteamiento de un paradigma tan revolucionario como viejo y, por eso mismo, ocultado o demonizado en la Historia que nos contaron.

Con el propósito de ahondar en este fenómeno, tocamos a la puerta (virtual) de algunas de sus propulsoras. Gloria y Elena están detrás de Morgana Sanderson, una firma de joyas cargadas de simbolismo, con un imaginario dominado por las brujas y el tarot. Ellas, como millennials, reflexionan lo siguiente: "Creemos que este retorno se debe a que nuestra generación ha crecido en la era digital, pero también vivimos parte de nuestra infancia antes de la llegada de Internet.

Gracias a esto somos conscientes de que estamos enganchados a una pantalla y eso nos hace querer retomar el contacto con la naturaleza, buscamos la manera de sentir las cosas en primera persona y no desde el sofá de casa. Ya sea a través de la meditación, la astrología o el tarot, el ser humano busca formar parte de algo que le ayude a salir de sus problemas diarios y conectar con su parte espiritual".

También en el sector de la joyería localizamos a Coral G., creadora de La Jara, marca con la que, a través de la visibilización de la vulva, quiere hacer frente a la censura moderna del cuerpo femenino. Según su punto de vista, "toda reivindicación nace de la necesidad de conseguir o recuperar la legitimidad de nuestro bienestar. También del hartazgo y del agotamiento por la imposición de mantenernos lineales. Luchar contra ello implica remover tierra y desenterrar figuras femeninas que por intereses habían permanecido en esa cara oculta de la Historia que jamás nos contaron en las aulas. De ellas redescubrimos distintas formas de entender nuestra feminidad, nuestros cuidados y, sobre todo, nuestra naturaleza cíclica", concede.

Pendientes de cerámica con forma de vulva de La Jara, presentados en un set inspirado en la brujería.

© Cortesía de La Jara.

Pendientes de cerámica con forma de vulva de La Jara, presentados en un set inspirado en la brujería.

Desde el discurso del arte habla de tal agotamiento Marusela Granell, artista, doctora en Bellas Artes y profesora universitaria que, además, imparte clases en varios másteres de artesanía contemporánea en España y México. "Hemos asistido primero al desencanto, al final de una gran época, la modernidad, y hemos pasado de la creencia en el progreso y el imperio de la razón al descreimiento. Ahora nos toca volver a empezar, debemos entender que razón y emoción son indisociables, no vaya a ser ahora que nos inclinemos solo por la emoción. Creo que es posible que hoy esa mirada al origen tenga que ver con la mirada del arte. Pienso que la idea es averiguar qué sentíamos en el origen, antes de que existieran las normas". Si la visión de Granell se plasma en el mundo real, en concreto, en su estudio, situado en el corazón de València, escenario de unos encuentros semanales de arte en los que convoca a distintas generaciones; de manera deslocalizada, y con Instagram como campo de actuación, surge el colectivo femenino Odeandiefreude, que ilustra sobre ecofeminismo a una comunidad de 147.000 usuarios.

Preguntadas por esta vuelta a la naturaleza más primitiva, las integrantes de este grupo valoran: "La humanidad ha dominado y degradado el medio ambiente moviéndose por los beneficios personales y económicos. En el mundo urbano vivimos separados del mundo natural. Hemos olvidado que somos seres interdependientes con la naturaleza y con las otras especies que la habitan. Somos parte del ecosistema. Y hemos olvidado que no podemos gobernar sobre algo de lo que somos, solo, una parte. Nuestra generación ha comenzado a tomar medidas. Hablamos de un movimiento global que está en auge y que está aquí para quedarse. Estamos comenzando a comprender que, al dañar el medio ambiente, nos estamos dañando a nosotros mismos. Si bien este sentimiento siempre ha sido parte integral de muchas culturas indígenas, Internet ha hecho que este planteamiento llegue a más personas. Occidente está despertando de su inercia y, por fin, prestando atención a este asunto".

Dentro de este fenómeno hay un sector que insiste en la recuperación de las plantas medicinales y el uso del cannabisPaula María, que vive entre México y California, y está detrás de la plataforma artivista Reza Cura, reflexiona: "Creo que dentro de la psique humana, las plantas son los sistemas neuronales. Y, como me gusta decir, el hecho de que aparezcan es más un plan secreto de ellas que cosa nuestra. Las plantas están aquí mucho antes que nosotros y seremos su comida cuando nos vayamos. Cada planta tiene su función y su diseño, o su firma, como se dice en la alquimia, y en el caso de la marihuana, entre otras cosas, actúa como bálsamo hacia la falta de energía femenina que existe en el mundo, está ayudando a hacer la transición de vuelta hacia la energía femenina. [Las mujeres] tenemos un pacto muy antiguo con las plantas de coevolución".

Con la intención de educar "en otro tono" sobre las propiedades positivas del cannabis, de revelar su componente político y cuestionar el estigma que le rodea surgió el proyecto de Ana María TebarThe High. Collective, que ha tenido al rapero Cecilio G y a la artista Virgen María como prescriptores. "Creo que las mujeres nos hemos visto forzadas a una normalidad nada pensada para nuestra verdadera naturaleza. Y buscamos formas y vías que nos reconecten con esa naturaleza. Cuando una mujer tiene que ir a trabajar con dolor cada primer día de regla, y lleva años tomando químicos para paliar esos dolores, hay unas consecuencias que, indudablemente, nos llevan a buscar vías alternativas. 

Vías que nacen de la naturaleza y respetan nuestra naturaleza. Históricamente, las mujeres han tenido un papel crucial en el uso de las plantas medicinales para la sanación y, por tanto, en la medicina. Puede que sus nombres no hayan pasado a la Historia, pero las mujeres siempre han liderado estos movimientos. Como dato curioso, de la marihuana se consume la flor que nace de las hembras. Al igual que en el resto de especies vegetales o animales, la hembra es fuente de vida. Cuando esta flor es polinizada por un macho, pierde sus poderes", comparte.

Del componente femenino de este movimiento, desde Odeandiefreude manifiestan: "El ecofeminismo defiende que existe una conexión entre la explotación y la degradación de las mujeres y la de la naturaleza. Se cree que las mujeres están más alineadas con la naturaleza porque pueden procrear. Así es como surgió la idea de la madre tierra, como una fuente nutritiva de vida". En esa misma línea, Paula María insiste en que todas las personas que conocemos han nacido de una mujer.

"Las mujeres, como portadoras de úteros y portadoras de la intuición, siempre hemos ocupado un lugar de reverencia dentro de la comunidad. La mayor parte de religiones y sociedades antiguas son matriarcales. El amor de la madre es incondicional, igual que sucede con la tierra, que nos da sus frutos a todos por igual".

Sin embargo, Marusela Granell va más allá de la condición femenina, y asegura: "Creo en la disidencia del sistema sexo/género y me adhiero firmemente a las idea de Paul B. Preciado, que dice que hay tantos sexos como cuerpos, o sea que, simplemente, cada cuerpo siente de una manera, y con esta vuelta a la naturaleza nos proponemos sentir. Si esta tendencia la están promoviendo más las mujeres, supongo que tendrá un motivo antropológico clásico: somos las mujeres las que gestamos y creamos vida y esto nos conecta profundamente con la naturaleza", no obstante, la artista arroja luz sobre la perspectiva filosófica de este movimiento: "Zygmunt Bauman lo describe como retrotopía, cuando el presente no te es satisfactorio, volver la mirada al pasado siempre es reconfortante.

Es verdad que necesitamos volver al origen para volver a sentir, sobre todo en el mundo de la creatividad. La idea es volver al origen de uno mismo y eso se ve más claro cerca de la naturaleza, contemplando el mar o mirando el desierto, como Georgia O'Keeffe en México o Agnes Martin en Canadá. Si no sabes quién eres y cuál es tu compromiso con la vida, difícilmente aportaras algo nuevo. Estas artistas coinciden no solo en el destino que deciden para su retiro, la naturaleza extrema y la soledad, sino que, además, comparten el deseo de sentir individualmente cerca de la naturaleza para encontrar lo esencial, el origen, para tener algo que ofrecer al mundo con su pintura. Lo que hoy sabemos es que también nos dejaron un ejemplo de vida y, posiblemente, este sea también fruto de un desencantamiento del mundo".

Otro argumento de la conexión ancestral –y superior– de las mujeres con la naturaleza es el que pone en relevancia algo tan asimilado y cotidiano como es el propio calendario vital. Como aseguran desde Morgana Sanderson, "las mujeres somos seres cíclicos y, por lo tanto, estamos en sintonía con la luna. No es casualidad que el ciclo menstrual dure 29 días y el ciclo lunar 29,5. El periodo ha sido, durante muchísimos años, un estigma y, en consecuencia, también la mujer.

La sociedad y el calendario están planteados de manera lineal. Las brujas, en cambio, poseen un calendario en forma de rueda, Wheel of the Year, que representa que vivimos por ciclos". Una de las imágenes más virales que ha compartido Odeandiefreude es un dibujo de Apollonia Saintclair de 2015, titulado Le clair de femmes - Moonstruck y muestra a una mujer dándose un baño de luna, llenando su matriz de energía lunar. Pero desde este colectivo piensan que seres cíclicos somos todos, mujeres y hombres, cis o trans.

"Todas las personas, sea cual sea su género, somos seres naturalmente rítmicos y cíclicos. Estamos despiertos de día y dormimos de noche (cuando no estamos bailando). Nuestros estilos de vida actuales no permiten el desarrollo de nuestros ritmos naturales. Las mujeres, cuando menstrúan, tienen que ajustarse a una forma lineal de trabajo que les puede ocasionar problemas. Instamos a todos a conocer sus ciclos, incluso si no se identifican como mujeres pero aún sangran; incluso a los hombres que se identifican como mujeres y no tienen el periodo. Es importante viajar al interior y conocer nuestros estados de ánimo y emociones durante todo el mes", aseguran.

Ilustración de Wheel of the Year, el 'calendario de las brujas', por Morgana Sanderson.

© Cortesía de Morgana Sanderson.

Ilustración de Wheel of the Year, el 'calendario de las brujas', por Morgana Sanderson.

Con todo esto, se vislumbra como necesaria una deconstrucción y, después, una reconstrucción, igual que han hecho quienes han empezado a mirar el mundo con perspectiva de género, raza o clase. Aquí apuntamos al paraguas de todo, al sistema. Como cuando el agente de seguros Truman Burbank toca el supuesto cielo y se da cuenta de que ha vivido en un plató. Ana María Tebar, desde The High. Collective, aporta: "El sistema ha establecido un modelo que define una normalidad muy concreta y nada inclusiva.

Y todo lo que queda fuera de eso, es ridiculizado o criminalizado hasta que pierde su significado real. Desde el colectivo, la lucha es también esta: cuestionar esa narración lineal, poner sobre la mesa datos y realidades que amplíen perspectivas y abran mentes. Nosotros hemos decidido hacerlo desde el cannabis, pero hay muchas cosas más". Por tanto, donde hunde sus raíces este fenómeno hay semillas antisistema. Lo confirma Coral G.: "Está claro que han tratado de moldearnos a imagen y semejanza del ideal patriarcal. Si no quieres entrar en el canon, te llaman loca.

Si un día no has estado al nivel, cuestionan tu feminidad. Sí, nos han deformado y extirpado nuestra naturaleza. Si el sistema reconociera la naturaleza de la mujer no haría falta ninguna lucha. Pero todo lo que signifique ofrecer los mismos privilegios a hombres y mujeres, riques y pobres se considerará un ataque antisistema". Y en esa capacidad revolucionaria cree, apoyándose en el arte y el discurso metamoderno, Marusela Granell.

Como dice: "Tengo la teoría de que la revolución de la mujer nos ha dado fuerza para revelarnos contra la injusticia, ha despertado una nueva fe, y por eso, a la vez, nos está producido, en ocasiones, un mayor desencanto. Gracias al feminismo vamos consiguiendo una mayor igualdad entre hombres y mujeres en una parte del mundo, sobre todo, en lo social, pero si en algún momento hemos pensado que el feminismo era la solución para un mundo mejor (como pensaron otros sobre los grandes relatos como el progreso, el marxismo o el liberalismo), el desencanto ante la imposibilidad va a ser mayor.

Así que pienso que la mujer es más sensible a los grandes problemas como la ecología o las migraciones, precisamente, porque cree en su fuerza revolucionaria". Por su parte, Paula María traza una posible hoja de ruta: "Para mí, la revolución es ecológica. El Tao dice que lo blando vence a lo duro, el agua se convierte en un tsunami y destruye edificios de cemento. Salir de las ciudades es el primer paso, a nivel personal, a nivel local. No apoyar aquello con lo que uno no está de acuerdo, radicalmente, suavemente. Creo que estamos asistiendo a una gran transición a muchos niveles. Primero lo viejo tiene que morir. Y es lo que estamos presenciando ahora mismo.

Es un momento muy especial para estar vivos. Mientras, lo nuevo empieza a gestarse. Considero que el siguiente paso es la organización para la consolidación de un sistema que sí responda a nuestras necesidades colectivas y la interdependencia de todos los seres: entre nosotros y con la tierra".

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