En la saga Matrix, el déjà vu tenía una connotación negativa, porque se lo vinculaba con una falla en el sistema cibernético a través del cual los robots dominaban el planeta. Entre esa idea hollywoodense, y el nostálgico argentinismo de “todo tiempo pasado fue mejor”, se puede encontrar un término medio que salve esa grieta. Allí se sitúa el proyecto del Nuevo Rastrojero, un desarrollo de emprendedores locales que busca desempolvar el nombre y el concepto de trabajo rural de una pick up emblemática de los años 60 y 70 que dejó de fabricarse hace cuatro décadas, y vincularlo con tecnologías que ya se imponen en la industria automotriz, entre ellos la motorización eléctrica. Es decir, en déjà vu de avanzada con impronta argenta.

La noticia de que un "nuevo" Rastrojero está en proceso de desarrollo sacudió las redes sociales. Cientos de entusiastas leyeron hasta el cansancio información que no siempre era la más confiable. Por eso, Parabrisas investigó el tema y aquí está el resultado. Después de todo, si fuimos el primer medio en hacer el test del Rastrojero (en 1964), ¡cómo no íbamos a conseguir la información correcta!

Lanzado originalmente a principios de la década del cincuenta, el Rastrojero surgió como un vehículo con fines meramente laborales. Si bien las primeras unidades contaban con mecánica naftera, pronto llegó el primer motor Diesel que lo convirtió en un “fuera de serie” del mercado, ya que no tenía competencia.

Se fabricó íntegramente en Argentina con capitales estatales y su precio era económico, al igual que el costo operativo. La primera versión era pick-up con espacio para tres personas en el habitáculo, ofrecía una capacidad de carga de 500 kilogramos y podía mantener una velocidad crucero de 80 km/h. Tuvo dos generaciones y se mantuvo en producción hasta 1979.

Parabrisas evaluó el Rastrojero en su edición número 39, de 1964 (lee el test completo al final de esta nota). Este fragmento de la nota original sintetiza su idea: “Al Rastrojero parece no preocuparle el hecho de ser (en su tipo) el vehículo menos potente. Que a la vez sea el menos caro, tampoco demuestra menoscabarlo. A todas luces, este es un vehículo que se mide por la capacidad de carga, por el consumo, por la nobleza, por el “cachet” de buen amigo y por la contundencia de su fidelidad”.

Esa fue su principal arma de seducción por años. Pero ahora, olvidemos la historia...

Nuevo camino

El Rastrojero volverá en el futuro. Tendrá propulsión eléctrica y múltiples soluciones de avanzada. Su nombre será Rastrojero Amperion y Carlos Ptaschne es quien lleva adelante la idea. Lo entrevistamos con el fin de rescatar las ideas que lo movilizan, junto a su equipo, para volver a tener una de las insignias nacionales del Siglo XX.

¿Cómo surgió el proyecto para desarrollar el nuevo Rastrojero Amperion? ¿Desde cuándo estará a la venta?

El proyecto surgió luego de una mirada y posteriores análisis del parque automotor argentino, sus ciclos de uso y sobre todo estudiando la movilidad o la logística cercana de segmentos como el del trabajador puro, donde se ve claramente que no hay una oferta alternativa concreta, a valores razonables y que representen un costo operativo acorde. Queremos que salga al mercado dentro de ocho años, considerando las homologaciones inclusive.

¿Cuál es la principal virtud que el nuevo Rastrojero conserva con respecto al original?

Claramente, el bajo costo operativo. Pero debo mencionar que la simpleza y la facilidad de manutención serán claves.

¿Tendrá chasis de hierro? ¿Qué tipo de carrocería utilizará?

El chasis, al ser para un vehículo eléctrico, será tipo bastidor para alojar las baterías. Va a cumplir severas normas de seguridad, absorción de choques y diferentes aspectos que le dan mucha complejidad a este desarrollo. La carrocería será de materiales plásticos, una combinación de fibra de vidrio y rotomoldeado de excelentes calidades.