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Anthony Quinn, el actor de las mil caras

Anthony Quinn es un ejemplo de versatilidad, sensualidad, talento y del talante de los actores del pasado

Los grandes actores del cine clásico estadounidense como Charlton Heston, quien interpretó papeles épicos como el de Judah Ben Hur en 'Ben-Hur' (1959) o Moisés en 'Los diez mandamientos' (1956); o Peter O'Tool, en Lawrence de Arabia, dejaron una estela de luz en la pantalla grande que aún hoy en día se ve reflejada en los actores contemporáneos, quienes parecen sufrir para alcanzar los dotes dramáticos y el look de los galanes de aquella época.

Sin embargo, no todas las estrellas deslumbrantes de aquella época dorada del cine gringo eran hombres y mujeres rubios, y algunos de ellos como Anthony Quinn, con un aspecto poco anglosajón, llegaron a los más altos escaños del cine estadounidense y europeo valiéndose de su talento y, desde luego, de su aspecto exótico e imponente. Quinn, quien tiene su espacio en la pantalla de Señal Colombia con la película 'La strada' (1954), dirigida por el mítico cineasta italiano Federico Fellini, es un ejemplo perfecto de la participación de las figuras latinas en el desarrollo del cine mundial.

Anthony Quinn es un ejemplo de versatilidad, sensualidad, talento y del talante de los actores del pasado, quienes pasaban de pulir zapatos y repartir periódicos a las tablas del teatro local para hacerse, a punta de trabajo duro, un nombre en los estudios y productoras de cine, las cuales daban uso a sus características físicas y sus dotes dramáticos para darle vida a personajes épicos, que sólo los especímenes humanos más sobresalientes pudieron protagonizar.

Este actor, nacido en Chihuahua (México), rodó más de 200 películas a lo largo de las 6 décadas que duró su carrera. Entre ellas se destacan 'Zorba el Griego' (1964), 'Viva Zapata' (1952) y 'La strada', en las que participó a la par de luminarias como Marlon Brando.

Los rasgos mediterráneos de Quinn lo hicieron un fichaje versátil para las producciones de que buscaban rostros capaces de interpretar convincentemente diversas nacionalidades.

Estuvo haciendo las veces de boxeador (probablemente facilitado por su talla), carnicero y constructor, pero su apariencia multiétnica le ayudó a conseguir roles secundarios como indígena, mafioso italiano, árabe, filipino e hispano durante la década de 1940. Rodó por aquella época alrededor de 15 largometrajes, encasillado en papeles de hampón, villano y personajes de dudosa reputación.

Anthony Quinn estrella latina hollywood película strada ECNV

Una vez consiguió su nacionalización estadounidense en 1947, consiguió su primer papel protagonista en el filme a color 'Black Gold' (1947) donde personificó a un nativo norteamericano que se convierte en millonario petrolero. A partir de ese momento, su carrera despegó.

En la década de 1950 empezó a conseguir mejores papeles, como el que obtuvo en el filme '¡Viva Zapata!' (1952), del director Elia Kazan, donde recibió su primer premio Óscar a mejor actor de reparto por su elogiada interpretación como Eufemio Zapata, hermano de Emiliano Zapata (interpretado por la superestrella Marlon Brando), y fue esta la primera ocasión en la que un actor de origen hispano recibió el premio.

Anthony Quinn en Viva ZapataAnthony Quinn en la película '¡Viva Zapata!'

De acuerdo con la separata cultural del diario El País, Quinn solía decir que él nunca se casó con la chica al final de la película, pero a pesar de ello, solía acabar conquistando algún país. Es así que su rostro inmortalizó en el cine personajes históricos de todo rango: desde reyes hasta revolucionarios, desde un cura de pueblo hasta el mismísimo sumo pontífice de la iglesia católica.

Pero el verdadero estrellato de su carrera llegó en 1953 cuando viajó a Italia donde logró el papel principal en 'La strada' (1954), largometraje que ganó numerosos premios internacionales. Fue con esta película que Quinn inició una nueva faceta interpretativa, esta vez caracterizada por un dramatismo e intensidad sobresalientes que se vieron reflejados en sus siguientes películas, ahora bajo la dirección de importantes nombres del séptimo arte de la época.

En 1956 consiguió su segundo premio Óscar a mejor actor de reparto, esta vez por su rol del pintor Paul Gauguin en la película 'El loco del pelo rojo' (1956), del director Vincente Minnelli, sobre la vida de Vincent Van Gogh. Este premio lo recibió a pesar de que Quinn sólo apareció ocho minutos en la película.

Anthony Quinn en la película 'El loco del pelo rojo' (1956)Anthony Quinn en la película 'El loco del pelo rojo' (1956)

Ese año también hizo una notable interpretación de Cuasimodo en la película 'Notre Dame de París', junto a la estrella Gina Lollobrigida. En 1958 ya había empezado a transgredir su labor de actor y él mismo dirigió una nueva versión de la película 'El bucanero', en la cual había participado en un papel secundario en 1938. Esta segunda versión fue, sin embargo, su único trabajo como director de cine.

A comienzos de la década de 1960 interpretó destacados roles en las películas 'Los cañones de Navarone' (1961), 'Barrabás' (1961) y 'Lawrence de Arabia' (1962), con las que se consolidó como una de las grandes estrellas del firmamento de Hollywood en su era dorada. Desde allí Quinn participaría en muchas otras películas, que hicieron parte de los más de 200 filmes en los que participó antes de su deceso en 2001.

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