¿Por qué se celebra el Día del Bibliotecario?
En 1810 se nombró a los dos primeros responsables de la Biblioteca Pública de Buenos Aires. Mariano moreno, fue el responsable.
Cada 13 de septiembre se celebra el Día del Bibliotecario en la Argentina debido a que en 1810 una resolución de la Primera Junta de Gobierno, que alertó sobre la excesiva concentración de jóvenes en las tareas de armas descuidando su educación, creaba la Biblioteca Pública de Buenos Aires.
Esta iniciativa fue responsabilidad de Mariano Moreno, quien también fue responsable de la creación de un órgano de publicidad de la Junta (Gazeta de Buenos Ayres) y la traducción y edición de El Contrato Social, de Jean-Jacques Rousseau.
Ese día se dio a conocer la noticia en la edición de la "Gaceta de Buenos Aires" con un articulo titulado “Educación” y escrito por Moreno que informaba la creación de la primera biblioteca y los nombramientos de Dr. Saturnino Segurola y Fray Cayetano Rodríguez como los primeros bibliotecarios oficiales de la nueva era de la Independencia de la República.
Años más tarde, en 1942, fue establecido como “Día del Bibliotecario” por el Congreso de Bibliotecarios reunidos en Santiago del Estero y definitivamente fue instituido como "Día del Bibliotecario" a nivel nacional, en 1954, mediante el Decreto Nro.17.650/54, en homenaje a cada uno de ellos.
Una historia con 2010 años.
A través de un decreto de la Primera Junta, el 13 de septiembre de 1810, bajo el nombre de Biblioteca Pública de Buenos Aires, se creó la Biblioteca Nacional. Su primera ubicación fue, durante dos años, el edificio del Cabildo. En 1812 abrió sus puertas al público en una sala del edificio que se encuentra en la esquina formada por las calles Moreno y Perú, dentro de la zona que actualmente se conoce como la Manzana de las Luces.
El valor de este importante tesoro nacional, es sin dudas invaluable, porque atesora a través de las más modernas técnicas bibliotecológicas, los materiales con los que se han forjado las distintas ideas, épocas e historia de nuestro país.
Entre sus colecciones se encuentran cuantiosos documentos, manuscritos, libros, revistas, periódicos, fotografías, mapas, grabados, audiovisuales y partituras; donde persiste una cultura viva que espera ser redescubierta por la mirada de sus lectores e investigadores, reconociendo y recorriendo los tonos de un país heterogéneo y los puntos de vista de un pasado que no deja de producir preguntas y proyectar imágenes sobre el presente.
Hoy está emplazada en el predio que comprende las calles Agüero y Austria, y las avenidas Las Heras y del Libertador (terrenos que correspondieron al antiguo Palacio Unzué). Este edificio fue construido por los arquitectos Clorindo Testa, Francisco Bullrich y Alicia Cazzaniga, y proyecta una moderna estructura, considerada de estilo brutalista debido a sus formas geométricas y a la presencia del hormigón a la vista.
Esta construcción representa el último capítulo de una rica serie arquitectónica compuesta por otros dos edificios históricos: el de sus orígenes, en la Manzana de las Luces, y su clásica sede de la calle México, en el barrio de San Telmo, inaugurada a principios de siglo XX por su entonces director, Paul Groussac.
Este último edificio se encuentra hoy en restauración para albergar allí el Centro de Estudios y Documentación Jorge Luis Borges (en reconocimiento a su trayectoria como director de la institución), el cual oficiará como un espacio de muestras e investigación y como residencia para escritores que visiten la ciudad.
Nacida en las conmociones de la Revolución de Mayo, testigo privilegiado de la historia, la Biblioteca Nacional ofrece, en sus salas de lectura, sus auditorios y exposiciones, una oportunidad de repensar los enigmas de nuestra cultura colectiva y revalorizar nuestra historia porque para entender nuestro presente, es necesario conocer nuestro pasado y qué mejor que hacerlo a través de los libros.