Augusto Batalla, del drama de River a convertirse en un señor arquero y capitán en San Lorenzo
A veces, alcanza con una palmada. Un abrazo, un fuerte apretón de manos. O una mirada, que lo signifique todo. En el fútbol y en la vida. De los errores se aprende, asegura un refrán, pero los a...
A veces, alcanza con una palmada. Un abrazo, un fuerte apretón de manos. O una mirada, que lo signifique todo. En el fútbol y en la vida. De los errores se aprende, asegura un refrán, pero los arqueros deben convivir con ese látigo en cada examen. No parece justo: por sus manos, hay equipos que se consagran campeones y por sus volcadas, hay conjuntos que caen escaleras abajo. Juegan con las manos, a diferencia de sus compañeros, juegan con la cabeza: tal vez más que sus colegas. Augusto Batalla lo sabe bien. A los 27 años, acepta el desafío de la revancha del antihéroe. Cinco temporadas atrás, el destierro. En su club, en su casa, en el gigante. En River. En otro hogar, en otro grande, el paraíso. En San Lorenzo. El fútbol (y la vida), tantas veces, resultan todo un misterio.
El 11 de diciembre de 2016, es señalado con malicia en el 4-2 que consigue Boca, el Boca de Carlos Tevez, en el Monumental. Errores de tiempo y distancia. Cuatro días más tarde, el equipo millonario se consagra en la Copa Argentina, al superar a Rosario Central por 4-3. El joven arquero, hombre de la escuela millonaria, vuelve a tropezar en voladas y una confusa presencia en el área. Algunos lo comparan con Juan Pablo Carrizo, un (muy buen) arquero eclipsado por la caída a la B Nacional.
Marcelo Gallardo lo intenta sostener, entre Trapito Barovero y Franco Armani (que llega para adueñarse del arco rápidamente), dos de los arqueros más influyentes de la historia, decisivos en la etapa más gloriosa. Batalla necesitaba un tiempo de adaptación que River no acepta. Mucho menos, en el arco de Amadeo Carrizo, Pato Fillol y tantas otras leyendas.
“Elegí a otro arquero como en su momento lo elegí a Batalla y así como no hablé con él cuando lo puse, tampoco ahora que juega otro. En su momento lo elegí porque creía en sus condiciones y hoy sigue trabajando porque es un chico que tiene mucha personalidad, carácter y mucho por delante para defender un arco importante. Ha cometido errores como cualquiera, lo que pasa es que ha cometido errores en partidos decisivos”, justificaba. Germán Lux ocupó su lugar. El mismo que hoy es parte del cuerpo técnico de Martín Demichelis, codo a codo con Javier Pinola.
La angustia del error del arquero es imposible de replicar. Tal vez, el desvarío por una oportunidad desperdiciada de un número 9 solo frente al arco. Pero ni así se toma con el mismo rigor. Se despidió del Monumental casi sin saludar, por la puerta de atrás. Con el dolor en el cuerpo, la vida sigue. 18 partidos en Atlético Tucumán, 10 encuentros en Tigre, 27 juegos en Unión la Calera y 46 cotejos en O’Higgins. Cada día, volaba más alto, más fuerte.
“Me tocó debutar en River y después me tocó dar muchas vueltas. Estuve seis meses en Atlético Tucumán, Tigre, un año en Unión La Calera, un año y medio en O’Higgins (Chile). Fue un proceso constante de crecimiento, de darme cuenta de que pasé de estar arriba a tocar la lona. Era Augusto contra Augusto. Todas esas luces que aparecen en los buenos momentos, cuando no estás bien, se apagan. En un momento me encontré en un lugar donde no había casi luz, donde sufrí mucho y tuve que hacerme fuerte yo solo”, contó, en una charla a corazón abierto en un programa de ESPN.
Contrató un preparador físico, un kinesiólogo y escuchó bien fuerte a un psicólogo. Con los ojos bien abiertos, empezó a sentirse otro a partir de 2021. No solo ataja de maravillas: es el capitán del San Lorenzo del Gallego Insua, justamente el DT que le dio esa palmada, cuando el pequeño gran mundo del fútbol lo miraba de espaldas.
Decía, en esa entrevista: “Estoy demostrando después de un montón de años que me siento capacitado. Eso no quiere decir que haya un error, nosotros convivimos con el error. En mi posición, algunos están esperando que me equivoque para decir: ‘volvió a ser el mismo de antes’. ¡No, pará! Un error lo tenemos todos. Cuando sos joven no estás preparado para el error. El apoyo mental para los más jóvenes es fundamental”, pide a gritos.
El utilitario y conmovedor Ciclón del Gallego Insua (sigue en carrera en la Sudamericana y está detrás de River en la Liga Profesional) se apoya en sus penales (como el que le atajó a Benjamín Rollheiser, de Estudiantes) y en los que decide por los demás (fue la voz cantante del DT para que Federico Gattoni le cediera el festejo a Adam Bareiro en la goleada sobre Estudiantes de Mérida). El capitán de hoy era el mismo que provocaba ciertos murmullos cuando reemplazaba a Sebastián Torrico, prócer desde la Copa Libertadores 2014. Algo le veía Insua, contra (casi, casi) todos.
Está a préstamo desde mediados del 2021 hasta diciembre de 2023 en San Lorenzo. Incluso, en las primeras semanas de este año, se entrenó de manera diferenciada del plantel de River, a un costado, junto a quienes regresaron de sus respectivas cesiones, hasta que finalmente se llegó a un nuevo acuerdo. “Cuando tuvo la chance la aprovechó muy bien. Batalla es un jugador que siempre me gustó mucho desde que apareció, recuerdo un Sudamericano que la Argentina salió campeón, que le ganó la final a Brasil con un gol de Correa... siempre me gustó como arquero, también cuando apareció en River”, contaba Insua, que lo sostiene como la base del equipo. La patas de la mesa.
“Batalla es un gran arquero, arquero de equipo grande. Hace poco hablé con él y me dijo que en ningún lugar se va a sentir mejor que en San Lorenzo, presumo que San Lorenzo contará con Batalla con varios años en el futuro, es el deseo nuestro y el de él también”, describía el hombre, de 62 años. El guardián superó este sábado una histórica marca de imbatibilidad en el Bajo Flores y acumula 1400 minutos sin recibir un tanto en su estadio, luego de la victoria por 1-0 sobre Rosario Central, por la 22. fecha de la Liga Profesional. La historia es así: Sebastián Torrico (ya retirado), Facundo Altamirano y Augusto Batalla son los responsables de esta extraordinaria marca de 15 partidos sin ser vulnerados en el Nuevo Gasómetro.
La última conquista de un conjunto visitante fue anotada por el defensor Emanuel Mammana, de River, que el 18 de septiembre pasado resolvió el tanto de la victoria por 1-0... en la última derrota de San Lorenzo como local en competencias domésticas. Justo River. Y justo River será el adversario, este sábado, en el Nuevo Gasómetro, desde las 20.30. Otra picardía del fútbol, de la vida: Batalla, hincha de la banda, puede ser el último bastión para impedir el título millonario.
El arquero que estuvo cerca de irse a Real Madrid en dos mercados de pases, que sigue la adrenalina del polo en las vacaciones y que se baña minutos antes de ingresar en el campo de juego (y se baña... en perfume, también), no sería una revelación en la madurez sin el calor de San Lorenzo ni los susurros de su entrenador. Como ocurrió luego de la derrota por 3-2 ante Fortaleza, cuando Batalla hablaba de las virtudes del equipo en la habitual conferencia de prensa, de que había que seguir manteniendo la fe... “Fue un viaje bastante largo e intenso, no tuvimos jugadores que venían estando y los que estuvieron hoy lo hicieron muy bien, eso también es importante. Tenemos un grupo muy bueno de jugadores, muy buenas personas, muy competitivos...”, analizaba el capitán.
Hasta que fue interrumpido por el Gallego, que le dijo en secreto: “Utilizá la terminología: ‘Ser prudentemente optimistas’”. La breve frase le causó una sonrisa al arquero, que la repitió segundos después. Esa confianza mutua, a veces, se traslada al campo de juego. Y en el arco, de pronto, toma la posta de la revancha del antihéroe. Como en el juego de la vida.
¡CAMBIO DE PATEADOR DE SAN LORENZO!
Por orden del banco de suplentes, Batalla (capitán) le comunicó a Gattoni que Bareiro ejecutaría el penal. El paraguayo se hizo cargo y marcó el empate.
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