Sin dar detalles ni fechas, el Fondo reiteró que las negociaciones con el Gobierno son “constructivas”
WASHINGTON.- Hubo preguntas sobre el avance de las negociaciones, cuándo terminarán o cuándo habrá una reunión cara a cara, sobre una eventual devaluación del dólar oficial y la capacidad de...
WASHINGTON.- Hubo preguntas sobre el avance de las negociaciones, cuándo terminarán o cuándo habrá una reunión cara a cara, sobre una eventual devaluación del dólar oficial y la capacidad del Banco Central para intervenir en el mercado cambiario, sobre la inflación, y si el Fondo Monetario Internacional (FMI) está hablando con el Gobierno sobre adelantar fondos por más de 10.000 millones de dólares el mes próximo para calmar las ansiedades cambiarias de la Argentina en la antesala de la elección presidencial.
Pero la directora de Comunicaciones del FMI, Julie Kozack, evitó brindar cualquier detalle sobre la negociación entre el Gobierno y el Fondo para reformular el programa económico, y solo se limitó a reiterar el mensaje habitual del organismo: las discusiones, dijo, eran “constructivas”.
“Hemos estado trabajando estrechamente con las autoridades”, arrancó Kozack, al responder varias preguntas sobre la Argentina en su habitual conferencia de prensa, que por primera vez desde la pandemia del coronavirus volvió a realizarse de manera presencial en el Fondo.
“El foco de las discusiones en curso es fortalecer el programa de las autoridades tomando en cuenta el impacto de la sequía. Las discusiones son constructivas, son discusiones virtuales, y comunicaremos sobre la Argentina y el desenlace de estas discusiones a su debido tiempo”, cerró.
Con ese mensaje escueto, el Fondo se mantuvo en la misma línea narrativa sobre la Argentina que ha ofrecido en las últimas semanas desde el inicio de las nuevas negociaciones, sin brindar indicios acerca de qué se está discutiendo, qué busca el Gobierno, y hasta cuándo pueden llegar a estirarse las discusiones. Según el cronograma vigente en el acuerdo, la revisión actual, la quinta del Acuerdo de Facilidades Extendidas (EFF, según sus siglas en inglés), debería estar terminada el próximo 10 de junio, incluida la aprobación del board del Fondo, pero se trata solo de una fecha indicativa.
Cuarta negociaciónEl mensaje del Fondo, prácticamente calcado del que brindó a principios de abril y de nuevo esta misma semana, llega cuando las negociaciones se han estirado ya por más tres semanas desde mediados de abril, la última que el ministro de Economía, Sergio Massa, y su equipo económico pisaron Washington y acordaron con el staff del organismo volver a recalibrar todo el programa para acomodarlo a la realidad que dejó la peor sequía del último siglo, que provocó un agujero de 20.000 millones de dólares al país.
El recrudecimiento de la crisis puso al Gobierno y al Fondo a retocar el programa por cuarta vez. El acuerdo ha sido denostado por economistas en Buenos Aires y en Washington, que lo consideraron demasiado laxo desde su génesis. La negociación actual se da en el peor momento de la gestión del Frente de Todos y en medio de una fragilidad extrema de la economía, y ya prácticamente sin reservas disponibles en el Banco Central. Los últimos pronósticos indican que la economía va camino a una dura recesión con una inflación desanclada, que ya se instaló bien por arriba del 100% anual.
Además de trazar nuevas metas que se puedan cumplir en la nueva coyuntura –las metas actuales quedaron ya obsoletas–, el Gobierno busca dólares frescos para reforzar las reservas del Banco Central y evitar saltos en el dólar en los meses previos a la elección presidencial, una condición sine qua non para que el Frente de Todos tenga alguna posibilidad de dar pelea. Massa reconoció por primera vez esta semana la posibilidad de que el Fondo adelante –”frontloading”, en la jerga– los más de 10.000 millones de dólares en desembolsos que restan entre junio y fin de año. Es una movida factible, pero en Washington y en Nueva York advierten que es difícil, y que para hacerlo el Fondo seguramente demandará una corrección del dólar oficial, un ajuste más profundo y algún tipo de respaldo político de la oposición, dado que ya comenzó a correr el calendario electoral.
Paradójicamente, se trata de la misma estrategia a la que recurrió Mauricio Macri en 2018, cuando el Fondo amplió el financiamiento a la Argentina de 50.000 a 57.000 millones de dólares. El peronismo acusó al FMI en ese momento de jugar a favor de la reelección de Macri.
“El frontload es una de las herramientas que tiene el Fondo para llevar adelante. Está todo sobre la mesa en la discusión con el Fondo, absolutamente todo”, dijo Massa en la reunión organizada por la Cámara de Comercio de Estados Unidos en la Argentina, AmCham. “Y además hay una cuestión que para nosotros es central, que es la capacidad de intervención del Banco Central, que es irrenunciable, básicamente porque los años políticos y electorales en la Argentina siempre generan esta idea de, me preservo, dolarizo cartera, generan esta sensación de incertidumbre”, agregó el jefe del Palacio de Hacienda, uno de los posibles candidatos a presidente del Frente de Todos.
Para llevar la negociación a buen puerto, el Gobierno confía en el férreo respaldo del gobierno de Joe Biden, muy interesado en el papel que puede jugar la Argentina durante los próximos años como proveedor global de gas y litio, y también muy preocupado por el avance de China en América latina. Estados Unidos es el principal accionista del Fondo, y cualquier visto bueno del Directorio Ejecutivo debe contar, primero, si o si con la aprobación del Tesoro y la Casa Blanca.